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¿Tiene realidad el Zodíaco?

Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Con el manejo indiscriminado del tema del Zodíaco, astrología u otros fenómenos, el hombre fundamenta el desarrollo de su vida en estas predicciones, buscando orientación en los hechos de su presente o futuro. Cierto es que la astrología permite estudiar la actividad de los planetas en su curso sideral y astronómico, los cuales obviamente tienen sus afectaciones directas en la humanidad con sus ascendencias positivas y negativas. Pero no menos cierto es que el hombre no debe dar preeminencia a éstos para accionar su vida. La intención de todo esto conduce a sustituir la verdad -que es una- y de donde se desprenden las semi-verdades de uso corriente; porque hay que entender que hay leyes que determinan la calidad del destino, como son: “Una buena siembra asegura, por ley de consecuencia, una óptima cosecha”, “¡Siembra vientos, cosecharás tempestades!”. Por tanto, el presente no es más que el reducto activo del pasado, como un producto de lo que se hizo en aquel entonces. Así como el futuro dependerá de lo bueno o malo que se realice en el presente; aceptándose con esto, lo que corrientemente se dice, esto es: “El hombre es el arquitecto de su destino”, ya que, consciente o no, él es el único responsable de lo bueno o malo en lo que participe. Esta aclaración es oportuna, en virtud del estado de ánimo del buscador de la ciencia astrológica, que se deja influenciar por los resultados agoreros de estos fenómenos, y que por su debilidad emocional sucumbe por el predominio de éstos en la psique. Es necesario que el hombre entienda que su responsabilidad es individual y colectiva a la vez; comprendiendo que su conducta humana y espiritual está íntimamente ligada con aquellas cosas buenas o malas del colectivo que lo asisten. Con una conciencia realizada, se apreciará con justicia que Dios no presiona al determinismo que se inscribe en el destino, ya que Él es un Padre de amor y, como tal, quiere el bienestar y la felicidad para sus hijos. Sin embargo, al enmarañarse el hombre en los juegos de azar, los cuales no son más que los desatinos (ruleta rusa o improvisaciones) de sus conductas, no observa las reglas de disciplina moral, haciéndose así vulnerable a sus resultados de fatalidad y sufrimientos. Cabe entonces decir: “Somos hijos del pasado, y padres del futuro”; o sea, que lo bueno o malo que realicemos hoy (ahora) irremisiblemente será lo que viviremos mañana (futuro); y en esto se fundamentará un destino feliz o triste. ¿Queremos ser felices? Hagamos buenas obras, y tengamos pensamientos libres de odio, de resentimientos y de egoísmos; y acompañémoslos con la buena calidad de sentimientos que surgen del corazón del hombre autorrealizado. Por demás está decir: “Que eres libre de escoger lo bueno o malo, pero estarás obligado a vivir los efectos de lo que elegiste”. Por tanto, esto determinará lo que cualquier sensitivo o facultativo psíquico pudiera anunciar con sus agoreros presagios; los cuales tendrán la marca o sello de “realidad” por la calidad de las acciones que el hombre haya realizado.

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