Pascua es vivir contracorriente

Vivir la fe, hoy, implica aprender a ir contracorriente; vivir los tiempos litúrgicos es caminar contra corriente; vivir los frutos de la Cuaresma y de la Pascua implica vivir contra corriente. Celebrar el Triduo Pascual significa celebrar la vida en cada gesto, en cada palabra; es despertar la esperanza, promover la solidaridad y defender la justicia. La Pascua es la celebración del misterio de una muerte que ha traído la Vida y una Cruz que ha vencido el pecado y la muerte: estas acciones hablan de vivir contra corriente. El prefacio pascual I indica que ha comenzado el tiempo de la Resurrección: “Cristo muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró nuestra vida”. Es decir, quien no vive contra corriente, como Jesús termina teniendo miedo a ser diferente, y opta por ser del montón, viviendo de moda.

Y, “el dictado de la moda” impone los gestos, las maneras, el lenguaje, las ideas, las actitudes y las posiciones por defender. Tales conductas impiden vivir como resucitado, sino esclavizados, limitados y empobrecidos. Se requiere de una gran dosis de Resurrección y de Pascua para ser fieles a las propias convicciones, cuando todo el mundo se acomoda y adapta “a lo que se lleva”, a lo que le dictan.

Jesús reta a caminar contra corriente, alejándose del poder, la fama, las riquezas y el prestigio. El Maestro propone el camino justo: la oración y la meditación; además, facilita la posibilidad de ir al desierto para que obviando las tentaciones abracemos al que es la Vida. Quien abrazó la cruz y la esperanza, venciendo la seducción de las tentaciones.

Quien posee un proyecto de vida vive contra corriente, porque es más fácil vivir sin proyecto personal de vida, dejándose arrastrar por los acontecimientos y los convencionalismos sociales. Es más fácil instalarse cómodamente y vivir superficialmente según lo que dicten desde fuera, renunciando a los beneficios de vivir en las profundidades de la interioridad. Solo quien vive desde dentro actúa como resucitado, siendo una persona pascual.

Hablar, hoy, de disciplina, de esfuerzo o de renuncia es ir contra corriente. Muchos no ven la importancia que tiene la educación de una voluntad fuerte y recia. Se vive envuelto en lo que el psiquiatra español Enrique Rojas llama “la filosofía del me apetece”. Convirtiéndose en personas veletas que actúan según como sople el viento del momento, llevados y traídos por lo que, en cada instante, pide el cuerpo.

Asimismo, necesitamos personas a contracorriente en un mundo dominado por la prisa y el “todo inmediatamente”. En tal sentido, asegura la Escritura que “la paciencia es mejor que la fuerza de un héroe”. Pero, a menudo, carecemos de paciencia; necesitamos la paciencia como "vitamina esencial" para vivir contracorriente. La Pascua es serenidad, pero, también, determinación y tenacidad.

¡No tengan miedo a vivir contra la corriente! ¡Sean valientes! Que así, como rechazamos comer un alimento descompuesto, renunciamos a esos antivalores que promuevan el deterioro y la arruina humana, robándose la esperanza. ¡Seamos valientes y vayamos contra la corriente!

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