MIRANDO POR EL RETROVISOR

La mejor recompensa por tantas lágrimas

El evangelio de Juan, capítulo 11, narra el ambiente de tristeza que encontró Jesucristo en la casa de María y Marta, hermanas de su entrañable amigo Lázaro, quien había sido sepultado cuatro días antes.

“Jesús entonces, al verla llorando (a María), y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró”. (Juan 11: 33-35)

Traigo a colación ese pasaje bíblico por la tragedia ocurrida en la madrugada del pasado martes en la discoteca Jet Set y que ha conmovido al país, con un balance hasta ayer de 225 personas fallecidas, como siempre mal contadas.

Son lógicas las expresiones de tristeza y las lágrimas derramadas por un acontecimiento de tal magnitud, incluso de personas que no han sido afectadas directamente por la estela de muertes y dolor que ha dejado el colapso del techo en el popular centro de diversión.

Pero fíjense, amables lectores, que Jesucristo se estremeció en espíritu, se conmovió con igual intensidad y lloró, pero no se quedó solo en ese lamento entendible, también actuó y resucitó a su amado amigo Lázaro.

Esas lágrimas derramadas en el lugar de la tragedia por el presidente Luis Abinader, familiares y allegados de las víctimas y tantos ciudadanos que han seguido por medios de comunicación y diversas plataformas digitales el intenso operativo para rescatar sobrevivientes y recuperar cadáveres, debe convertirse en el motor que impulse medidas para evitar hechos similares debido a la falta de una supervisión efectiva en materia de prevención y mitigación de desastres.

Pido excusas por ser recurrente con este tema cuando están todavía en carne viva las heridas de personas que han visto partir de una manera inesperada a parientes, amigos y allegados.

Es loable y merece el reconocimiento de toda la sociedad dominicana la intensa labor desarrollada por rescatistas y voluntarios que lo dieron todo, con agotadoras jornadas de labor y una admirable vocación de servicio. De ahí la necesidad de enfrentar con decisión las limitaciones que históricamente han padecido los organismos de socorro para rescatar a personas que agonizan por largas horas y terminan perdiendo la vida bajo estructuras colapsadas.

Lo ocurrido en Jet Set, se trató del colapso en una sola edificación y en un espacio focalizado. Ahora, imagínense el mismo escenario generado por un potente terremoto, similar al que afectó a nuestro vecino Haití el 12 de enero de 2010, con decenas de estructuras hechas añicos. La tragedia del pasado martes desnudó una vez más nuestras debilidades y puso en evidencia la necesidad de saldar la deuda que como país tenemos pendiente con la prevención y mitigación de desastres.

Sería injusto no reconocer los avances que hemos tenido, especialmente con el uso de modernas tecnologías para ubicar víctimas bajo estructuras colapsadas, pero de nada sirven esos recursos si los rescatistas no cuentan con equipos y herramientas que les permitan llegar con prontitud a las personas que esperan ser rescatadas, sin tener que esperar la solidaridad de países hermanos.

El presidente Luis Abinader llora sobre el hombro de uno de los familiares de las víctimas de la tragedia en Jet Set.

El presidente Luis Abinader llora sobre el hombro de uno de los familiares de las víctimas de la tragedia en Jet Set.ARCHIVO/LD

En esos casos cada minuto cuenta y quedó evidenciado con el expelotero Octavio Dotel, quien falleció camino al hospital tras una larga espera bajo los escombros, y el cantante Rubby Pérez, a quien no pudieron llegar a tiempo los rescatistas. Igual pasó con la mayoría de los fallecidos. A mí me abruma tan solo pensar en esas largas horas de angustia a la espera de un rescate que nunca llegó.

En septiembre de 2017, escribí un amplio reportaje para Listín Diario donde recogí las advertencias, preocupaciones, evaluaciones y recomendaciones de expertos en prevención sísmica sobre los riesgos que enfrenta la isla, donde hay 14 fallas activas, cuatro de ellas con el potencial para generar devastadores terremotos y tsunamis.

He aquí algunas de ellas:

-Entre las zonas con edificaciones vulnerables están los sectores Los Prados, San Gerónimo, La Castellana, Los Alcarrizos, Santo Domingo Norte, Jardines del Norte y Los Ríos, en la capital, así como Santiago, La Vega, Bonao, San Francisco de Macorís, Salcedo, Tenares, Villa Tapia, Arenoso y Nagua, en la parte nordeste.

-Basta observar cómo vive la gente en algunos barrios, con casas construidas incluso sobre promontorios de tierra, para adelantarnos a lo que podría pasar con un potente sismo.

-Los viejos edificios de la Ciudad Colonial han resistido grandes terremotos en el país porque están construidos sobre rocas calizas rígidas que atenúan el efecto sísmico. Una sugerencia fue tener diseños de construcción para los diferentes tipos de suelo y, en el caso de los blandos, obligar a los constructores a remover la capa superior de los suelos flexibles y a colocar un aislante sísmico entre la zapata y la columna.

-Realizar estudios de vulnerabilidad en los edificios públicos, a nivel de suelo y de diseño estructural, con el objetivo de reforzarlos y hacerlos sismo-resistentes.

-Evaluar pasos a desnivel, túneles, puentes de ciudades y los que unen una comunidad con otra y las vías alternas para garantizar la movilidad luego de un sismo. Eso fue planteado hace ocho años y todos sabemos lo que pasó en el túnel de la avenida 27 de Febrero de la capital, el 18 de noviembre de 2023, cuando el colapso de una pared debido a torrenciales aguaceros, dejó nueve muertes que pudieron evitarse.

-Una aprehensión planteada fue la disponibilidad de sangre para atender las emergencias que se presenten. Ahora con el colapso del techo en Jet Set, repito una sola estructura, tuvieron que habilitarse espacios para donaciones por la elevada demanda.

-Otra sugerencia fue evaluar miles de escuelas en condición de vulnerabilidad, incluidas las ubicadas sobre fallas sísmicas activas, así como hospitales que se requiere mantener en operación luego de un sismo de gran magnitud.

-Establecer un régimen de consecuencias para someter a la justicia a los constructores de estructuras colapsadas o averiadas por cualquier evento menor, especialmente en edificaciones que congregan a mucha gente, como escuelas, hospitales, discotecas como Jet Set y estadios.

Esos expertos en sismología advirtieron que como país no estamos preparados para un sismo de gran magnitud porque tradicionalmente no hemos sido preventivos. Eso quedó demostrado con Jet Set.

Plantearon también una cruda realidad: Durante décadas el país ha creado riesgos mediante construcciones deficientes que lamentablemente no se pueden subsanar en poco tiempo.

Una preocupación en ese entonces fue que tan rápido podemos retornar a la vida normal y a las actividades productivas después de un devastador terremoto.

Y en esa oportunidad aclararon que no se trata de criticar a las autoridades, alarmar a la población o ser catalogados como ave de mal agüero, sino que como país tenemos un problema latente al que se le debe dar el frente.

La vulnerabilidad sísmica en República Dominicana amerita una atención permanente y no sólo cuando ocurre un temblor que alarma a la sociedad, o con eventos como las explosiones ocurridas en la fábrica Vidal Plast de San Cristóbal, el 14 de agosto del 2023, y en la empresa Polyplas del sector Villas Agrícolas, de la capital, el 5 de diciembre de 2018, o este reciente episodio lamentable en la discoteca Jet Set.

La tragedia de la discoteca expuso una frase premonitoria expuesta hace ocho años que no debe ignorarse: “Un sismo de gran magnitud puede en apenas segundos echar al suelo lo que nos ha costado toda una vida”.

Se requiere incluso una revisión del Código Sísmico, aprobado en 2011, para adecuarlo a la realidad actual, con el apoyo de naciones que han logrado imponer una cultura de prevención y mitigación de desastres.

Nuestra gran debilidad siempre ha sido la deficiente supervisión en estructuras públicas y privadas ya en operación, y las que se levantan actualmente, incluidas las grandes torres de apartamentos.

No sé en que quedó la intención de la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (Onesvie) de crear un Banco de Evaluadores a escala nacional, pero esa propuesta debería retomarse.

Ahora que se habla de erigir un museo para honrar a las víctimas en el lugar donde ha funcionado la emblemática discoteca Jet Set por cerca de 50 años, pienso que el mejor homenaje a los fallecidos sería que esta tragedia se convierta en un antes y un después en materia de prevención y mitigación de desastres.

República Dominicana no puede continuar de espaldas ante el alto nivel de vulnerabilidad que prevalece en diversos ámbitos, si queremos evitar más luto y dolor como el que vivimos actualmente.

Esa sería la mejor recompensa por las tantas lágrimas que brotan actualmente del alma nacional. La nación necesita un aliento de esperanza que la rescate del abrumador escombro emocional en que ha quedado atrapada desde la madrugada del pasado martes.