ENFOQUE

Lo del código de infarto va en serio

Con frecuencia el trabajo periodístico genera controversias. Unos, lo saludan y aplauden, y otros, lo critican, sobre todo cuando se trata de una publicación que afecta intereses, lesiona sensibilidades o pone en evidencia debilidades en la aplicación de políticas públicas.

Aunque ocurre en todas las áreas del ejercicio de la profesión, entre los que nos especializamos en la cobertura de temas de salud, esas reacciones se registran con mucha frecuencia.

Uno de ellos, fue la denuncia hecha semanas atrás por el cardiólogo Fulgencio Severino, publicada en Listín Diario, y que generó un debate entre especialistas de la cardiología intervencionista sobre el uso de la terapia de trombólisis y el cateterismo cardíaco o angioplastia en el manejo de pacientes con infartos cardíacos en la red pública de salud.

Las opiniones, unas hechas de manera pública y otras expresadas de manera privada, de parte de médicos y actores del sistema de salud fueron muchas. Esto dejó en evidencia debilidades claras en el sistema de salud, entre ellas la necesidad de contar con mejores guías y protocolos de atención; la falta de adherencias del personal de salud a los existentes y la falta de supervisión de su aplicación.

Es frecuente, que en una sociedad dinámica y de muchas necesidades pendientes, como la nuestra, una denuncia sea sustituida rápidamente por otra y que temas de alto interés social, se queden sólo en el papel o en las plataformas noticiosas.

Pero al parecer, esto no pasará con la necesidad que han expuesto los especialistas de que en el país haya un código de infarto; o un protocolo claro de las circunstancia y momento en que el paciente debe ser trombolizado hasta llegar a la unidad de cateterismo, o de contar con un sistema eficiente de redes de atención cardiovascular.

Mesa de trabajo

Tras reconocer que realmente esas debilidades existen y que en medio de esas limitantes se juega la vida del paciente, especialistas afiliados en la Sociedad Dominicana de Cardiólogos Intervencionistas, decidieron no quedarse de brazos cruzados y han empezado a dar una serie de pasos dirigidos a crear un “código de infarto”, para lo cual ya se tiene elaborado un flujograma de manejo al síndrome coronario agudo, con guías basadas en evidencias.

De acuerdo a los detalles que ha ido ofreciendo a Listín Diario el reconocido cardiólogo Pedro Ureña, con ese propósito se creó una mesa y ya se hizo una primera reunión de trabajo entre la Sociedad Dominicana de Cardiología, la Sociedad Dominicana de Cardiólogos Intervencionistas y el doctor Fulgencio Severino, coordinador del Programa Nacional de Reperfusión Coronaria (PRONARCOR).

De allí salió aprobado un protocolo de atención, se acordó instaurar un programa a nivel nacional que iniciará con un plan piloto en varios centros y se tiene agendada una reunión con el Ministro de Salud, Víctor Atallah, para presentarle el criterio de manejo consensuado entre estas sociedades médicas.

Al final, lo importante es que cada paciente que haga un infarto cardíaco en el país, sin importar que sea del régimen subsidiado o contributivo; rico o pobre, o si va a un hospital público o a una clínica privada, sea atendido bajo un mismo criterio de atención. Ya con eso, cualquier crítica que recibe el periodista, queda saldada.

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