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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Sobre la exhortación: “Teme a Dios”

Respetando a quien piense diferente, creo que asociar a Dios al temor se presta a muchos malentendidos. ¿Qué mensaje le estamos transmitiendo a una niña al decirle: teme a Dios? Me fijo en dos significados frecuentes.

Primero, teme a Dios, puede significar en una mente infantil: --Dios es alguien de quien debes cuidarte, porque es todopoderoso, te está vigilando, y tú no sabes con qué castigo te va a salir si no te portas bien. – Muchas veces los niños y también los adolescentes asocian lo que Dios quiere con los mandatos de sus padres que concretizan el portarse bien: desde dejar el bulto en el mismo lugar para poder encontrarlo al otro día, hasta dedicarle el tiempo requerido a hacer las tareas, no decir malas palabras, acostarse temprano apagando teléfono y tablet a una hora conveniente, lavarse las manos antes de comer y cepillarse cuidadosamente los dientes. Fácilmente Dios pasa a ser el wachiman invisible al servicio 24/7 del aparato policial materno paternal. La gente del “teme a Dios” no le andan lejos al: “pórtate bien para que Dios te quiera”. Casi ningún niño o adolescentes alcanza a “portarse bien” con la consecuencia de que Dios pasa a ser el policía defraudado y el niño, un Sísifo responsable de empujar cuesta arriba la inmensa roca de un amor imposible. Muchos adolescentes encuentran difícil portarse bien en una época de cambios y ajustes existenciales y como no se portan bien, piensan que el Señor no los quiere. Cual jueces locales reenvían a un juicio futuro todo el tema “Dios”. Ojalá llegue el día en que descubran, que el Señor los quiere tanto, que algo bueno sacará de ellos, como los besos de las olas sacan playas de los arrecifes. Salimos de la nada, besados; nos salvarán con otro beso.

Segundo, “teme a Dios” cuando nace del cariño y la buena voluntad puede querer decir: --te comunico algo valioso en mi existencia: vive, teniendo en cuenta de que hay un Dios, es nuestro origen, sentido y meta. --

A la Iglesia católica le tomó siglos comprender que la fe no se puede imponer, solamente proponer y motivar. La fe o es libre o no es. San Agustín enseñó: -- ninguno creerá, a no ser que vea que vale la pena creer --.

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