Escribí un artículo "Premio Inmerecido, Ambición Desordenada", reflexionando sobre la importancia de la integridad, honestidad y esfuerzo genuino, que no pueden ser reemplazados por la apariencia y la ambición desmedida, que surge como una crítica a la tendencia de valorar más las recompensas externas que el trabajo verdadero y la ética personal.

No anticipé el profundo impacto que tendría este escrito en mi amigo Antoliano Peralta. Al leerlo, compartió sus sentimientos sobre el tema, especialmente desde su rol en la función pública, reflexionando sobre esto, resonando en él como un profesional y ser humano con principios sólidos.

Antoliano destacó, no dejarse llevar por la idea de que todo lo que rodea a una persona pública es trascendente, aceptando premios dando la falsa impresión de que todo es merecido.