SIN PAÑOS TIBIOS
El Bono Muro
En junio de 2014, el entonces diputado de la Fuerza Nacional Progresista (FNP), Vinicio Castillo Semán, propuso la construcción de un muro a lo largo de toda la frontera entre la República Dominicana y Haití ante el “peligro” que representaba el “continuo ingreso de haitianos indocumentados al territorio dominicano”.
Nobleza obliga a reconocer que, pese a lo descabellado, irracional y fascista que aparentaba ser en su momento el planteamiento, el tiempo le dio la razón, y que supieron mirar más allá de la curva.
Apurado el trago amargo de la autocrítica, hay que decir que las peores proyecciones se han vuelto realidad. El Estado haitiano ha colapsado y la comunidad internacional no sólo es indiferente e irresponsable, sino que pretende que nuestro país cargue con el muerto, el velorio, el entierro y los muchachos.
Luis Abinader ha sido el presidente que ha enfrentado de manera más firme y contundente el desafío, aprovechando todos los escenarios internacionales para hacer saber que la solución al problema haitiano no será una solución dominicana. Más allá de las sinceras palabras del senador Marcos Rubio en las audiencias previas a su confirmación como Secretario de Estado, poca cosa se ha logrado.
Estamos siendo invadidos y ocupados; nuestros servicios básicos de educación y salud están desbordados por nacionales del vecino país; Friusa es un pedazo de Haití en Punta Cana; muchos empresarios agrícolas y de la construcción incentivan la migración ilegal; y todo indica que la situación irá de horrible a peor.
Con mucha responsabilidad Abinader asumió la construcción del muro como parte de una estrategia más amplia (aunque insuficiente), declarando su construcción como un tema de seguridad nacional, mediante el decreto 276-21. De 376 km de frontera, el muro tendría 164 km, con un costo proyectado de RD$ 2,388 millones. A la fecha, la primera fase (50.1 km) está casi terminada y pendiente de iniciar la segunda fase (110 km).
Las restricciones presupuestarias limitan y condicionan su rápida ejecución, pero también la efectividad de la obra, en razón de que no cubrirá toda la frontera. Los ganaderos de Dajabón han reconocido su eficacia, y, aunque ningún muro es infranqueable, por lo menos restringe el cruce.
La disolución del Estado haitiano y el clima de violencia que se recrudece plantea la necesidad de terminar cuanto antes la obra en su totalidad. Si el gobierno no tiene recursos, debe ser creativo. El tiempo apremia y corre en contra de nosotros.
Las economías de guerra a veces recurren al financiamiento ciudadano patriótico a través de la emisión de “bonos de guerra”. Una manera de sufragar el esfuerzo bélico sin aumentar impuestos, generar inflación o tensiones sociales.
¿Debería el gobierno recurrir a un “Bono para la Construcción del Muro Fronterizo” para financiar en el menor tiempo posible la finalización de la obra en toda la frontera?
Con un par de encuestas despejaría cualquier duda… y capaz que recaudaría más de lo que necesita.