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SIN PAÑOS TIBIOS

Que la fuerza los acompañe

El cierre del “2do Congreso Franklin Almeyda Rancier”, de Fuerza del Pueblo (FP), el pasado 02 de marzo, dio paso al “Congreso Elector Manolo Tavares Justo”, a través del cual “se llevará a cabo una reestructuración de todos los organismos del partido”. Lo que ocurra en ese partido no es sólo de la incumbencia de sus miembros, sino de toda la sociedad. A pulso, la FP ha ganado su espacio, convirtiéndose en apenas cinco años en la segunda organización política nacional y principal partido de la oposición. Una proeza atribuible en parte a las circunstancias, contextos, la debacle del PLD, el trabajo de sus dirigentes, pero, sobre todo, a las extraordinarias dotes de su líder, el ex presidente Leonel Fernández, quien no desfallece en su empeño de alcanzar la presidencia de la República por cuarta vez. La apertura del congreso elector deja al partido frente al reto de escoger sus autoridades mediante un proceso abierto, participativo, democrático y transparente. Porque si fuera cierta la hipótesis de que la FP es hija putativa del supuesto fraude electoral cometido a lo interno del PLD durante las primarias de octubre de 2019, entonces, mal sería repetir –por acción u omisión – los errores que desembocaron en la imposición por parte de Danilo Medina de una candidatura que no se sostenía sola –la de Gonzalo–, en oposición a la de un Fernández que, en buena lid, parecía haber ganado las primarias. La historia es penosa, patética y conocida. La imposición contra viento y marea de un candidato sin apoyo de la base generó –en última instancia– la división del partido, la pérdida del poder, la victoria de Abinader, y la nulidad opositora que aún se mantiene vigente.

En esa lógica, mal haría Fernández en condicionar –con silencios, palabras o hechos– a los votantes del congreso elector hacia un candidato en particular, pues, en su calidad de principal afectado de una maniobra similar realizada contra él en el pasado, debe fundamentar su rol de líder sobre el criterio de buen árbitro, y garantizar que el proceso al que se aboca el partido sea justo, para que puedan expresarse libremente los anhelos e intereses de las bases del partido. Fernández cultiva con esmero y dedicación las virtudes de la lealtad, la solidaridad y el agradecimiento. Su trance será conciliarlas con el hecho de que la carrera hacia la secretaría general del partido debe gestarse en equidad e igualdad, y que las deudas morales que se asumieron en 2019 han sido sobradamente saldadas. O dicho más simple: que su rol de líder indiscutido de esa organización no puede utilizarse para favorecer o imponer a ningún candidato, porque, de lo contrario, no sólo estaría desdiciéndose en los hechos de todos los alegatos que utilizó –en tanto víctima –en el 2019, sino que estaría sembrando una semilla cuyo fruto él ya conoce… de un sabor amargo, por cierto.

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