Columna invitada
Preguntas en el aire
República Dominicana y Haití comparten una misma isla. Sin embargo, la diferencia entre culturas, idiomas y la idiosincrasia en que fueron fundadas ambas sociedades les obliga a sentirse como si existiese una barrera divisora que les permite mantener, aún, sus identidades. Lo que se convierten en una gran diferencia al analizar las relaciones que tienen los dos países, de manera individual, con Estados Unidos. Los dominicanos y haitianos no tienen ningún problema cuando, por tendencias o replicar “mejores prácticas”, consideran acoger tradiciones que les pertenecen a los estadounidenses. Inicio con este introito porque quiero que recordemos, de manera muy superficial, lo que ocurrió el pasado domingo en el Parque Independencia, del Distrito Nacional, donde agentes de la Policía intervinieron una actividad encabezada por un grupo de mujeres que supuestamente estaban cantando en creole, pidiéndoles que se detuvieran. Esta situación provocó una reacción de algunas mujeres presentes en el encuentro, calificando de “trujillistas” la actitud de los miembros del cuerpo policial, haciendo referencia a las decisiones represiva que tomó el dictador Rafael Leónidas Trujillo, durante sus más de 30 años de mandato. Desde el 1844, aunque con diversas modificaciones en los símbolos, el idioma identitario de nuestro país es el español, la bandera nacional contiene los colores azul, blanco y rojo, además de que fue alzada con una Biblia y su lema es Dios, Patria y Libertad. El Himno Nacional transmite en sus versos el sentimiento patriótico independentista. La decisión de los policías fue acertada, todos estos emblemáticos símbolos de los dominicanos deben ser respetados en un espacio que representa la libertad del Estado y donde está ubicado el Altar de la Patria, que protege los restos de próceres, los cuales dedicaron su vida y derramaron sangre para defender nuestra soberanía. Ahora bien, esta debilidad continúa latente en otros aspectos de la sociedad. No puede ser posible que en muchas instalaciones educativas del nivel primario y secundario, que ofrecen el servicio en la modalidad bilingüe, prioricen enseñanza sobre la historia de otros países, por encima de la nuestra. Tampoco puede ser posible que los himnos a Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez solo se mantengan dentro del baúl de los recuerdos. Mientras que en las mañanas se escuchan las notas del himno de Estados Unidos. ¿Somos defensores de la soberanía cuando se trata de Haití porque lo vemos como una amenaza, pero si es sobre Estados Unidos, no?