Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

EL BULEVAR DE LA VIDA

Stop racism

Podría ser el anticipo de una dominicana “noche de los cristales rotos”. Tal que, contraviniendo leyes, derechos y hasta la mismísima Constitución de la República, el odio racista ha decretado la prohibición de tocar música de palos en el parque Independencia, y hacerlo parcialmente en creole.

La fiesta de palos es una herencia cultural que a dominicanos y haitianos (antes de que existieran Haití y Dominicana) nos legaron los negros africanos que poblaron la isla, y son hoy el componente racial más importante de la nación eminentemente mulata que somos.

Ahora resulta que para los arios agentes policiales “esculpidos en el fulgor reluciente de las nieves de Escandinavia” es un insulto, “una provocación” cantar en creole cerca del altar de la patria. Se puede cantar en el inglés del estadounidense que hace tiempo nos colonizó culturalmente y nos gobierna políticamente; en el ruso del imperio perdido en reconstrucción, y hasta en el idioma chino del dragón imperial en auge y crecimiento, pero no en creole porque es el idioma oficial de Haití.

Hasta el momento en que esto escribo, nadie ha explicado y mucho menos intentado corregir el absurdo comportamiento del coronel mulato oscuro de la Policía.

Con su inacción, nuestras autoridades están propiciando -quizás sin proponérselo- la ocurrencia en el país de la versión dominicana de “La noche de los cristales rotos”, en la que, en la Alemania nazi, las hordas hitlerianas apoyadas por parte de la población civil salieron a linchar a ciudadanos judíos, tras el asesinato del secretario de la embajada alemana en París de manos de un judío polaco de origen alemán. Hacer lo mismo contra los haitianos de una comunidad con el pretexto de que un ciudadano haitiano mató a un dominicano, se ha convertido en una peligrosa costumbre sin que las autoridades se decidan a iniciar un programa de integración social y de reeducación en el respeto a los derechos humanos de unos ciudadanos que, aunque algunos parecen ignorarlo, incluyen a negros, pobres, ciudadanos haitianos y/o dominicano-haitianos que por ventajas económicas de los empleadores y provecho político de los gobiernos y sus partidos son ya el proletariado nacional. Cosa muy seria. Y Dominicana no es Numancia.

Los palos no son un legado haitiano sino africano, hijos de ese Papá Lemba que junto al abuelo hispano conforman la esencia del ser dominicano. “Sombras que solo yo veo/ me escoltan mis dos abuelos”. N.G.

//BOTON TEMPORAL FLIPPAY