SIN PAÑOS TIBIOS

La rendición de cuentas

Confieso que me gusta leer los discursos, no verlos. Prefiero leer con calma cada página escrita –quizás por esa afición a cazar faltas ortográficas o errores de sintaxis–, aunque reconozco que el lenguaje no verbal dice más, y que un gesto, unas cejas arqueadas o una “chembita”, son más elocuentes, sobre todo si los hace un presidente.

El poder es simbólico, litúrgico y estético. La “ñoña” terciada en el pecho es un recordatorio de quién tiene el poder. De igual forma, el ritual del besamanos, el alzamiento sobre la puntas de los zapatos para que “el hombre” vea al funcionario, la sonrisita infantil y alegre de los congresistas cuando departen con el presidente –entre otras imágenes memorables– se repiten rendición tras rendición.

Somos un país de gestos, imágenes, fotos solemnes y aplausos. Sí, pero también somos un país donde los políticos trascienden sobre sus diferencias y apuestan al sistema de partidos y la gobernabilidad; y nadie se plantea buscarle la quinta pata al gato o tratar que un presidente no termine el periodo, como en otros países de la región, por ejemplo.

La rendición de cuentas de ayer fue lo que tenía que ser –lo que siempre es–, nada más. El presidente Luis Abinader describió las principales ejecuciones de su gobierno en las áreas más importantes y prioritarias; señaló las ponderaciones realizadas por organismos internacionales y agencias de calificación; recordó los resultados de los grandes indicadores de desempeño económico, etc.

Como costumbre arraigada, el relato presidencial mezcló rendición de cuentas de 2024 (algunas áreas resaltaron ejecutorias hasta el 26 de febrero) con aspiraciones de cara a 2025 (y adelante) y declaraciones maximalistas que se encuadran en la visión presidencial de progreso y desarrollo.

Cada gobierno asume sus relatos y enarbola sus banderas. Cada quien entra en la historia como puede. Los contextos y realidades cambian en cada gobierno y lo que para uno no fue prioridad, para otro lo es en función de la necesidad. La posición del gobierno frente al tema haitiano –nunca asumida con ese nivel de firmeza, y responsabilidad– se entiende en función del colapso del Estado haitiano, por ejemplo.

Las tierras raras estuvieron presentes y sobre el Pomier se dijo lo que se tenía que decir.

La oposición dirá que el presidente habló de otro país –y no de República Dominicana–, y el gobierno y sus aliados dirán que las estadísticas y medios de verificación de las afirmaciones presidenciales son públicas. A veces se toca con guitarra o con violín, pero la melodía siempre es la misma.

Frases cohetes de ambos lados: las que dan paño con pasta al discurso y las que lo critican. Me quedo con el compromiso con un mejor país que tiene el presidente y su gobierno, pero también todos los actores políticos, empresariales y sociales nacionales. Celebro la rendición de cuentas, pero más la paz social que vivimos, esa que ayer celebramos.