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De la justicia legal aristotélica a la justicia social de la Iglesia

El 20 de febrero del 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas, estableció que se celebrase, cada año, el Día Mundial de la Justicia Social.

El concepto actual de justicia social tiene que partir, necesariamente, de la noción aristotélico-bíblico-patrístico, de justicia, que luego, fue reinterpretada por la escolástica. En efecto, Santo Tomás de Aquino, en el Tratado Da Iustitia, introdujo el término en la teología, específicamente en el ámbito de las virtudes, proporcionando carta de ciudadanía a la justicia legal de Aristóteles.

En efecto, la justicia social está fundamentada en los principios básicos de: la justicia distributiva, que estableció el filósofo griego Aristóteles; el concepto de justicia, que los filósofos de la antigua Grecia asociaban con la felicidad; y, a las revoluciones civiles en Europa, que buscaban crear sociedades más igualitarias.

La justicia social, proclamada por la Iglesia Católica, se remonta a las Escrituras: el desvelo de Dios por los más vulnerables y que todas las personas son creadas a su imagen de Dios. En el Antiguo Testamento los profetas promovieron la justicia y defendieron los derechos de los más pobres. Actividad continuada por Jesús en su vida pública.

Luego, el teólogo neotomista de la Universidad Gregoriana, Louis Taparelli d’Azeglio, fue quien adoptó por primera vez la expresión justicia social. Él, preocupado por los efectos devastadores del liberalismo y del capitalismo incipiente, vehiculado por la Revolución Industrial, fundamentó todo en la teología que sostenía la doctrina moral de la Iglesia.

Quienes popularizaron en Europa, la expresión, justicia social, fueron los católicos sociales franceses, a finales del siglo XIX; ellos también la vincularon a la justicia legal. Pero el desarrollo del concepto de justicia social, teniendo como base la tradición aristotélico-tomista, recibe un especial impulso en las encíclicas sociales. Efectivamente, quien popularizó el término fue Pío XI con la Encíclica Quadragesimo Anno, con la cual se recordaban los 40 años de la encíclica Rerum Novarum, de León XIII.

Por su parte, el Papa Francisco en la Encíclica Evangelii Gaudium recuerda que “nadie debería decir que se mantiene alejado de los pobres, pues nadie puede sentirse exonerado de la preocupación por los pobres y la justicia social”. La distribución de los bienes, las tasas y la responsabilidad por el cuidado son el foco de la justicia ambiental. O sea, los temas que incluyen la ecología y la desigualdad social se entretejen en el concepto de justicia socioambiental.

Hoy, la desigualdad social es inaguantable y la humanidad vive una injusticia social grave, provocada por una economía que mata. En efecto, la justicia social, según la Iglesia Católica, se refiere a la necesidad de repartir los bienes sociales de manera equitativa. Implica, entre otras cosas: respetar los derechos humanos; dar oportunidades de desarrollo a los grupos sociales más desfavorecidos. Reconocer los derechos básicos: la educación, la vivienda, la seguridad social y el trabajo digno; mejorar el nivel de vida de los trabajadores