Cultura adamantina vs aquelarre: saltimbanquis vs metódicos

Cuando se está de acuerdo en los fines, los únicos problemas que quedan son los de los medios, y estos no son políticos, sino técnicos.

BERLIN, ISAIAH. “Dos conceptos de libertad”.

Isaiah Berlin (n. Letonia,1909 - †Reino Unido, 1997) fue uno de esos pensadores liberales que teorizaron sobre el Poder y, en particular, sobre las formas que adoptó en el siglo XX: “sistemas” o gobiernos antiéticos.

En su conferencia “Dos conceptos de libertad” (1958), expuso cómo los enfrentamientos ideológicos alimentan una cultura de confrontaciones que ovó en el descuido y desprecio por las ideas por quienes “deben ocuparse de ellas”.

Partiendo de Heine, reposicionó en lo académico y el debate una noción empoderante: “los conceptos filosóficos criados en la quietud de un estudio de un profesor podían destruir una civilización”; se refirió a la «Crítica de la razón pura», de Emmanuel Kant, “como la espada con que el deísmo europeo” fue decapitado; a “las obras de Rousseau como el arma ensangrentada que, en manos de Robespierre”, destruyó el antiguo régimen”, y compartió la profecía de Fichte y Schelling: la fe romántica se volvería “un día contra la cultura liberal de occidente”.

Cuasi cumplidas, ocurriendo hoy, su realización y vigencia incluyen, como detonantes y causales, la esfera política: el populismo universalizado, imperante arriba y abajo, en que “la cultura liberal de Occidente”, los fundamentos del desarrollo y los doctrinarios humanistas degradan en las “democracias” reñidas con el mérito.

¡Cultura?

Dilema, perímetro de ideas en conflicto. Sobre su existencia y pretensión de cualidad persisten, configurándola, condiciones divergentes, en disputa. Nacen de la diferencia de enfoques que este campo disciplinar recibe desde los ámbitos metódicos y político-populistas.

El dilema que Berlin aborda refiere desacuerdos de esta naturaleza: entre ideas cuya puesta en praxis acarrea resultados contrapuestos. Y aunque el autor consideró que los aspectos técnicos no eran fuentes de discordias, por su calidad factual, en cultura y artes, al contrario, lo técnico, los recursos y modos operativos necesitan ser constituidos en fines, esto es en fuentes de desavenencias, pues discrepando modulan la varianza, fortalecen el campo, le confieren significado y vigencia. Nótese lo débil y severo del postulado óptico en el impresionismo y contrapongámoslo a la diversidad de soluciones técnico-estéticas magníficas de sus interpretaciones libérrimas o fanáticas, gestadas en enfoques, preferencias, utilidades y personalidades contrastantes dentro del cosmos ideológico común. Igual en el cubismo o el manierismo que impulsó al Renacimiento hacia el Barroco... O en Huidobro y Borges: desde la estética transformacional común formularon discursos diferentes. O en Lorca, André Bretón y Gómez de la Serna. Y, aquí, entre Aida Cartagena, Franklin Mieses Burgos, Freddy Gatón y Fernández Spencer…

Si en el ámbito filosófico lo técnico no constituye fuente de diferencias ideológicas, en cultura y artes (estética) las acicatea y cualifica. Entonces, postulados cual festín de acumuladas riquezas, arte y cultura ¿deben ceder sus “platos fuertes” para adaptarse al populismo, empobreciéndose? ¿Continuarían siendo ellos?

Como la concepción universal valida en ellos y les confiere tensión y tendencias adamantinas y formulantes, ¿pueden empobrecer, petrificarse, enajenarse, para constituirse en praxis de saltimbanquis?

Aquí la razón del conflicto cultural de nuestro tiempo: saltimbanquis vs metódicos. 

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