bulevar de la vida
RD y el abuso de las estadísticas
on culpas de los tiempos y no de España, veneno de la poesía que mira hacia todos lados cuando la justicia anda ciega; y todo porque “no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino con todos y a tiempo,” que dijo León Felipe.
No hay manera de negarlo. El país nacional “se la está comiendo” en muchas de sus estadísticas macroeconómicas, en sus innegables logros, avances e internacionales reconocimientos, el milagro del turismo, por ejemplo. Hemos disfrutado de estabilidad política desde 1978, sin golpes de estado ni acechonas, salvo el fraude de 1990 contra Bosch, o el que se fraguó contra Peña Gómez en 1994, y propició su derrota en 1996 por efectos de ese “cisne negro” del profesor Taleb que fue la formación del Frente Patriótico, y al hecho de que La Embajada (Departamento de Estado de EE. UU.) dio el visto bueno a una presidencia del PLD, con el único compromiso de que ese partido (como ocurrió con el PRD en 1978) dejará de ser el PLD, el que mandaban sus principios fundacionales y la autoridad moral de Juan Bosch, ¡ay!, pero esas son otras nostalgias que cuento en “El precio de vencer”, que estaba agotado pero ya debe estar en librería Cuesta a buen precio.
Somos el paraíso de las estadísticas favorables en turismo y recepción de inversiones. Entre 2002 y 2024 pasamos de la novena posición a ser la séptima economía de América Latina. Sin embargo, algo anda mal “cuando la macro aumenta pero no alimenta debidamente la micro”, que dijo el Dr. Mejía Domínguez desde su sabiduría de agrónomo y campesino.
Según el CELAG, entre 1990 y 2019 nuestro PIB per cápita fue de 5,4% en promedio, pero la pobreza no se redujo de igual modo. En el año 2000 la pobreza urbana era 23% y la rural 46%; en 2013 alcanzaba 38% y 50%, respectivamente. Entre 2013 y 2016 la pobreza urbana y rural pasó de 26% y 38%, respectivamente” ... y si continúo no paro.
Como la canción que Sabina escribió a Raphael, “cincuenta años después, seguimos siendo aquel”, somos dos mundos en las antípodas de sus excesos o carencias. Dos mundos y un solo destino entre La Rancha y Cuesta Hermosa, entre ensanche Piantini, (con su vocación de Miami), y el cerveceo feliz en el colmadón El Bombazo, en Los Girasoles. ¿Hasta cuándo? Continuará...