Caridad, amabilidad y disciplina
La familiaridad, el afecto, la confianza y la disciplina constituyen cuatro valores transversales, transformadores y claves en la pedagogía de Don Bosco, cuya conmemoración celebraremos el día 31 de enero, día de la nacional de la juventud en la República Dominicana.
Cuando Juan Bosco tenía 9 años de edad tuvo un sueño, que selló su vida; recibió un mensaje explícito del Señor: “no con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad”. Además, en los propósitos de su ordenación sacerdotal, escribió: “La caridad y la dulzura de san Francisco de Sales serán mi norma”. Fue así como estableció un vínculo de filiación espiritual con el gran maestro del siglo XVII y padre de la bondad y la dulzura, que lo condujo a convertirse en el padre de la “amorevolezza” (amabilidad) juvenil.
Posteriormente, llamó a aquellos que continuarían su obra en el mundo, denominándolos “salesianos”, en honor a san Francisco de Sales. A quien adoptó para sí mismo y para los salesianos como modelo de ser y hacer, actuando desde la amabilidad, la caridad y el amor. Fue el modo más efectivo y práctico que utilizó para moldear su Yo fuerte, su vivacidad y tenacidad; invitando a los salesianos a hacer lo mismo; y, a acogerlo como patrono de la Congregación.
El santo de los jóvenes, además de los valores y las virtudes cristianas que vivió y promovió en su Sistema Educativo, exhibió un perfil psicológico bien definido, que lo hace ser un santo a la mano, cercano y humano. Poseía una personalidad fuerte, dinámica, cualificada para la acción, con un profundo sentido del deber y con una clara conciencia de la propia responsabilidad. Presentaba un carácter activo, perseverante, tenaz y extrovertido. Era un sacerdote “en mangas de camisa”, laborioso y alegre, que prefería persuadir con los hechos más que con las palabras. Asimismo, poseía la paciencia, la practicidad y la firmeza para sobreponerse a las dificultades de la vida, sin perder de vista la meta.
El amor que transmitía y testimoniaba Don Bosco, constituye la columna vertebral y el principio metodológico salesiano. Pero, para que el amor genere verdaderas relaciones educativas y desarrolle a la persona en todas sus dimensiones (humanas, emocionales y espirituales), necesita ser sustentado por un trato racional y amable entre el educador y el educando, entre el padre y el hijo. Este es un modo inteligente de establecer una relación que conjuga: afecto y respeto, exigencia y buenas maneras.
Es así como la amabilidad salesiana se convierte en familiaridad; es decir, en relación paterno-filial y no en una relación entre hermanos, la cual supone autoridad-sujeción que reclama derechos y deberes. O sea, es un amor capaz de unificar racionalidad y bondad, misericordia y perdón, convivencia y alegría, exigencia y responsabilidad.
La amorevolezza es un amor que llena el corazón, que busca hacerse amar antes que temer, es un amor demostrado, el cual crea una relación madura que remite a Dios. El afecto que brindaba Don Bosco promovía: ilusión, sentido de seguridad, compasión por sí mismo y sentido de la vida.