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TRUMP, Colombia y el fin del multilateralismo

En ejecución de la política de repatriación del Presidente Trump dos aviones norteamericanos llenos de ilegales entraron al territorio colombiano y el Presidente Petro, pretenciosamente, no autorizó su aterrizaje aduciendo que con ello se violaba la dignidad humana de los deportados, forzando con ello al mandatario norteamericano a imponer medidas de represalia, en este caso al tránsito y al comercio bilateral.

La crisis desatada por la plataforma X, entre los dos presidentes, duró apenas ocho horas tras la claudicación del suramericano quien ya enfrenta críticas internas por su viaje a Haití – que costó USD$ 3.3 millones a un indigente - y, en hace unos ordenaba operaciones militares en la frontera con Venezuela en la zona de Catatumbo con 34 mil desplazados por enfrentamientos con la guerrilla del ELN.

Gustavo Petro y Donald Trump

Gustavo Petro y Donald TrumpAFP

Con esta escaramuza Trump notificó a toda América, sumida en un caos político, con pocas democracias funcionales, variadas dictaduras y gobernantes con poca legitimidad, que hablaba en serio, incluso en contra del país, estratégicamente más alineado con sus políticas de seguridad y de lucha en contra del narcotráfico después de Panamá.

La respuesta, tanto por X, como a través de la convocatoria a la comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC-, alternativa hemisférica - a la OEA, creada en el 2010 - no vinculante, hecha por la Presidenta de Honduras para este jueves en Tegucigalpa y para la que aseguró su asistencia Gustavo Petro no puede ser más infeliz puesto que en todos los campos – mundial y regional - TRUMP ha establecido que la época del multilateralismo – financiado siempre por USA – terminó. Nótese que entre sus primeras medidas ejecutivas, ni la ONU se salvó.

Es además errática en el momento, pues el secretario de Estado Marcos Rubio inicia su primera gira a países como Guatemala y El Salvador, claves en la ruta migratoria, Panamá, punto estratégico del comercio y la seguridad - amenazada, a los ojos norteamericanos por China - y República Dominicana que ha debido jugar un rol importante en la solución de Haití, papel al que renunció por el uso electoral en el tema del canal sobre el río Masacre en el año 2023.

Estos países todos son miembros del CELAC, a los que se une Argentina, cuyo presidente Milei, fue el segundo mandatario invitado a la juramentación de Trump.

Cuando hubo en Estados Unidos presidentes democráticos, multilaterales como Clinton, Bush y Obama y esa nación buscaba preservar sus zona de influencia comercial con el ALCA, entonces frente a la Unión Europea, muchos de los países en Centro, Suramérica y el Caribe, que sucumbieron a los caramelos de Chávez dejaron pasar la oportunidad y, en ese espacio de tiempo China entró a la OMC y le robó comercio influencia a los norteamericanos en todo el continente.

Hoy Trump busca recuperarlo por las buenas o por las malas, incluidas, según las declaraciones, por presión económica o la fuerza militar, verbigracia Groenlandia, miembro de la OTAN a través de Dinamarca o Panamá, con la que tiene un acuerdo de defensa del canal en el marco del Tratado Torrijos-Carter firmado hace en 1977.

Sin embargo, un 20 de diciembre del 1989 nos despertamos con unos Estados Unidos que invade a Panamá para detener a Manuel Noriega; eso en el siglo XXI no es necesario, basta con desconectar la banca panameña del sistema bancario estadounidense y, al resto de Centroamérica, además de esa medida, es suficiente dejar sin efecto el Tratado de Libre Comercio del que RD, hace parte: Actualmente no hay ninguna protección política multilateral eficaz para los países pequeños, el problema – bilateral - es estrictamente comercial y Estados Unidos tiene la sartén por el mango.

En el resto de Sudamérica ya vimos cómo está dispuesto a reaccionar el coloso del norte con su mejor aliada, Colombia; Venezuela, dictadura con una entelequia de economía, sucumbirá si le quitan el permiso a Chevron para explorar y explotar hidrocarburos dado por Biden en 1922, Perú es un desorden sin liderazgo y Brasil cuya economía ha mejorado, navega en la resurrección de Lula sin el auxilio de su mejor agente, Odebrech, destruida no por construir mal, sino porque su “sistema” para ganar obras dejaba fuera de competencia a las empresas norteamericanas.

En el Caribe, con Puerto Rico queriendo ser Estado pleno y Cuba en estado de agonía permanente, un punto de cierto interés es República Dominicana por la relativa estabilidad de su democracia y desarrollo económico sostenido a lo largo de 57 años, siempre que pueda ser útil en la aplicación de una solución en Haití, estado fallido sometido a una situación de ingobernabilidad absoluta por culpa de las políticas de estabilización aplicadas por Naciones Unidas y Estados Unidos.

En el Caribe, Haití es una nación construida sobre la base de la opresión más cruel, un país sin perspectiva de progreso que en más de 220 años no ha logrado ser una república porque carece de los elementos constitutivos de la misma; Si Trump hubiera sido Presidente en el año 1995, Haití ya sería una democracia estable porque él antepone el fondo a la forma, no hace parte de la hipocresía propia de la política internacional.

La ONU que ha mantenido intervenido a Haití en diversas formas desde hace 31 años, hoy, sigue careciendo de las más mínima idea de cómo solucionar el problema; la inoperante OEA, dejó der ser tenida como útil en esta tema como en los demás, empero los Estados Unidos de Trump, si alguien tiene la oportunidad de explicarle el problema, sobre todo nosotros, que somos los más perjudicados, es muy probable que contribuya a resolverlo.

Clinton – un buen líder - se mareó con la espuma del chocolate, Bush no llegó a tener idea, Obama – un gran presidente- se acomplejó con el color y Biden, ni se enteró. Trump puede equivocarse como todos; es más, puede estar equivocado, pero lo que en los primeros días de su segundo mandato nadie niega es que sus ideas son claras y que en su palabra se debe creer, tanto si lo que da son buenas noticias, como si son malas y a la convocatoria al CELA – cuya presidenta tempore, Xiomara Castro, quiere sacar las bases norteamericanas de Honduras - , a don Luis Abinader, como supongo que no ira, recomendamos cautela a su enviado.