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Desde mi pluma

Nada como la pelota

El béisbol es, probablemente, una de las manifestaciones de efervescencia, unión y espíritu de gozo más grandes que tenemos en República Dominicana.

A propósito de que nos encontramos en la fase final de su más reciente temporada, el furor de los fanáticos de los eternos rivales Tigres del Licey y Leones del Escogido llenando los estadios, las salas de los hogares, los juntes entre amigos, me hizo rememorar momentos preciosos.

Recuerdo con muchísimo cariño ver los juegos de pelota en casa de mi abuelo. No entendía ninguna regla, no sabía de posiciones (y la verdad no es que eso haya cambiado mucho con los años), yo solo “le iba al rojo”, pero aún así me emocionaba y me emociona hasta este instante verlo porque siempre he asociado el juego con la alegría, la pasión, la tradición y la familia. Era una buena excusa para simplemente estar todos juntos.

Donde hay tanto que nos separa en el día a día, encontrar en este deporte una razón para unirse es digno de atesorar. Se trata de una actividad sana, recreativa y apta para todo público que, por demás, nos ha llenado de orgullo en playas extranjeras.

En momentos donde la sociedad pide a gritos desahogos, el béisbol es un escape necesario y es una costumbre que no podemos dejar relegada con el tiempo.

Al contrario, pienso que las futuras generaciones merecen brincar de una silla por una carrera, “darse cuerda” con el amiguito del equipo contrario y así como yo, sentarse al lado del abuelo, del papá o del primo a ver los partidos religiosamente.

//BOTON TEMPORAL FLIPPAY