sin paños tibios
Se abre el telón…
El Gran Juego siempre es el mismo, sólo cambian los jugadores, pero las jugadas permanecen, porque el objetivo es inmutable desde los primeros conflictos imperiales de la historia hasta hoy, cuando toma juramento como presidente de Estados Unidos (EEUU) Donald Trump; con mucho, el más sagaz y experimentado jugador de ese juego que es el poder.
Cuatro años después de salir vergonzosamente por la puerta de atrás de la historia, vuelve al Despacho Oval un presidente más conocedor de los entresijos del poder; uno que supo tocar el lodo del fondo con sus manos y luego ascender limpiamente hacia la superficie; y esta vez lo hace en un contexto internacional totalmente diferente a 2016, donde las aguas de la geopolítica internacional lucían estables, no como ahora, donde la única certidumbre es la incertidumbre.
“Cuando Francia estornuda, toda Europa se resfría” –dijo Metternich–; y vale la actualización hecha por los apologistas yanquis del adagio, porque ahora les corresponde su turno como superpotencia; pero, ¿dónde quedamos los países de la periferia imperial?, ¿en qué lugar de la política exterior norteamericana quedará Latinoamérica a partir de hoy?, ¿el discurso populista y demagogo se impondrá a la política pública o la diplomacia estadounidense jugara un rol más activo en la consolidación de la democracia en la región?
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