empezó haina a moler

No publiques mi nombre

Como sociedad abanderada por la desigualdad de género, ya sea por cultura, ignorancia o decisión propia, hoy quiero congratular a la periodista y escritora española Cristina Fallarás, quien está dando voz a todas aquellas mujeres que, en algún momento de sus vidas, han sido víctimas de un delito sexual.

“No publiques mi nombre” es un trabajo fruto de meses de esfuerzo por parte de Fallarás, en el que recopila testimonios que reflejan la similitud de los perfiles de los agresores y sus patrones de conducta.

Al leer dichos testimonios, no puedo evitar preguntarme si los agresores acuden a una especie de academia que los forma, pues su modus operandi para cometer delitos sexuales resulta tan similar que parece sacado de un manual. Sin embargo, al reflexionar sobre cómo nos relacionamos como sociedad, me doy cuenta de que no es una academia secreta, sino un entorno donde se mezclan tanto el verdugo, la víctima y las futuras víctimas. En este lugar, al que llamamos sociedad, la ignorancia impera y lleva a culpar a la víctima desde el inicio hasta el final.

En el perfil de Instagram de Cristina Fallarás se recogen testimonios de mujeres sobre violencia sexual. El 22 de octubre, una mujer publicó lo que le había sucedido con un político español, sin mencionar su nombre, pero detallando su conducta sexual sin consentimiento.

En apenas horas, en un día exactamente, otras mujeres se sintieron identificadas con el relato y comenzaron a poner nombre al agresor. Este hombre siempre había mostrado compromiso con el feminismo y había defendido la ley del "Solo sí es sí". Pocos días después dimitió de su cargo y abandonó su partido. El grupo político al que pertenecía prometió tomar medidas al respecto.

En la actualidad, como siempre ocurre, la presión recae sobre la víctima. Se culpabiliza a quien da un paso al frente y denuncia. Por este motivo, muchas de las mujeres que también se identificaron con el testimonio han decidido, por el momento, no denunciar ni exponerse a la opinión pública.

Espero que algún día se pueda denunciar en un lugar seguro, donde se respete a la víctima y no se le estigmatice.

¿Cuándo llegará el momento de pasarle la bandera de la vergüenza al agresor y no adjudicársela a la víctima?

Ojalá podamos tener otro libro de Cristina Fallarás titulado "Ya puedes publicar mi nombre".

Por todas las niñas y mujeres que lo viven en silencio, por aquellas que no han podido contarlo porque ya no están, ya que alguien les arrebató la vida, no sin antes anular su decisión y decidir por ellas.

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