Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Umbral

Los complejos intereses en los partidos

Los partidos están constituidos por una enredadera de hombres y mujeres que ocultan en sus vidas pequeños mundos regidos por leyes propias, definidas por intereses singulares que alimentan una dinámica diferente a la del universo o colectivo, que aunque apunte a un objetivo, en su avance hacia éste y venciendo obstáculos externos, debe armonizar con toda la colmena para que los esfuerzos individuales no entren en conflicto con el diseño del conjunto del liderazgo que, a su vez, anida también avenidas llenas de causas propias que, en muchos casos, contradicen o alteran los fines colectivos o armonizan con éstos en felices coincidencias que sirven a la causa de toda la agrupación.

Cuando el propósito que llevó a la construcción del proyecto político está claro, sustentado en ideas, en un marco ideológico definido, las dinámicas individuales tienden a encajar en el engranaje o el colectivo con más facilidad, por ello la elaboración de la miel se convierte en un rito (respeto a las normas establecidas como contrato social que garantiza convivencia, unidad en la diversidad y permanencia) donde el papel de la reina, el del obrero y el de los zánganos está establecido, de suerte que el que abandona su rol se autoexcluye de la comunidad y corre el riesgo de morir en la soledad de un mundo político de naturaleza gregaria que abruma y es capaz de matar políticamente al individuo y sus sueños solitarios.

El ser social y la naturaleza humana están presentes en la vida orgánica del partido. A veces se conjugan para desbordar el cauce, redefinir el lecho o drenar el río con la creación de pequeños canales que van destinados a regar sus propias parcelas. Y esto ocurre sin que importe cómo esté configurada la formación; porque la realidad individual dejará su pequeño sello en las agrupaciones políticas de cuadros, de masas o de tipo cartel. Y así, como los militantes y dirigentes arrastran las debilidades propias de la pasta del Homo sapiens y los vicios inherentes al comportamiento aprendido en el lugar ocupado en las relaciones de producción, se amalgaman en estas entidades responsables de abordar las cuestiones de Estado desde la perspectiva del ciudadano, con el riesgo de transferir al colectivo mayor (la suma de individuos internos y externos) lo que se asienta en la conciencia y en la práctica de los sujetos que no pasaron por el tamiz de las organizaciones para sacar las impurezas que puedan contaminar el tejido orgánico.

La clase a la que pertenezca el individuo le dará a éste una perspectiva de las relaciones políticas y personales cimentadas en sus propios valores; los vicios, íntimamente ligados a la naturaleza del ser humano, enmarañados en complejos caracteres que se han forjado con la envidia, el egoísmo y la avaricia, que siempre conviven con virtudes, como la solidaridad, el sentido de justicia y todos los propósitos nobles, independientemente de la orientación ideológica de la formación política. Es pues, una tarea titánica alcanzar la armonía del Homo depredador, y creador a la vez, en medio de las prevalencias individuales de cada sujeto; es sumamente difícil articular un discurso en un racimo de conciencias con diferentes prismas.

Un partido es, por tanto, una confluencia de intereses que procura desembocar en un interés mayor que vaya en beneficio de todos. Por ello el líder debe tener la habilidad de interpretar cada aspiración, y cada individuo debe tener el nivel de madurez y desarrollo necesarios para comprender el momento político en el que una legítima aspiración puede poner en riesgo el interés del colectivo, porque el colectivo representa la individualidad, aunque la individualidad no represente al colectivo.

Tags relacionados