El día uno para el nacionalismo económico de Donald Trump
El 20 de enero de 2025 será la toma de posesión como nuevo presidente de los Estados Unidos del sr. Donald Trump. Con el inicio de su mandato, muchas son las expectativas económicas y de política migratoria que se ha creado alrededor del mundo y por eso algunos le han llamado “El día Uno” al inicio del segundo mandato no continuo, como presagiando el inicio de cambios significativos en las políticas públicas de esa nación, para proteger la incidencia estadounidense en el contexto internacional y la posibilidad del retorno del nacionalismo económico, frente a la globalización de los mercados que ha estado vigente por décadas. “Estados Unidos primero”, puede ser la teoría de nacionalismo económico que subyace en el pensamiento de Trump.
De tomar en serio lo externado por Donald Trump, la comunidad internacional debe seguir de cerca el “día Uno”, en cuanto a que impondría nuevas métricas de aranceles a Canadá, México y China, así como, deportar a millones de inmigrantes irregulares, despedir a miles de servidores públicos, inducir a los demás miembros de la OTAN a que destinen el 5.0 % de sus presupuestos en armamentos, la posibilidad de retomar el control del canal de Panamá, adquirir a Groenlandia e incorporar a su vecino Canadá como territorio estadounidense, ambas, expresiones de que la nación no está en decadencia en el siglo XXI, que se expande en tamaño territorial.
En opinión del presidente electo Donald Trump, la economía de su país ha perdido peso en el escenario internacional, afectando a los ciudadanos norteamericanos, razón por la cual, la postura responsable para protegerlos debe ser la de asumir el proteccionismo, que implica el nacionalismo económico. El neoproteccionismo para la nueva era que se inicia con el “día Uno” de Trump, puede ser una manera de detener o ralentizar la expansión económica de China, postura que desde la perspectiva local estadounidense puede tener sentido, sin que esto signifique que no tendría efectos colaterales para el resto del mundo, con la reacción de la economía china y al entrar en confrontación con el sistema de comercio multilateral.
El neoproteccionismo, en su lógica de resguardar al aparato productivo nacional y defender el consumo de la mercadería local, hace encarecer los bienes importados con mayores aranceles, cuotas de importación y otros tipos de restricciones, es una forma de intervención estatal, al ejercer fuerte incidencia en el comercio exterior y en una economía hegemónica aún más. Sin embargo, una política pública nacionalista en un país líder mundial, con un dólar que trasciende su territorio, al ser la moneda más utilizada en el comercio mundial y la principal en las reservas de los bancos centrales, sus excedentes de ahorro nacional que los hace ser exportadores de capital, en adición de serlo en tecnología, producción e incidencia en los mercados internacionales de mercaderías, del dinero y capitales, puede resultar contraproducente para la expansión de la economía mundial, al transformar las estructuras económicas internacionales.
Al parecer, con el “día Uno”, el concepto de territorialidad local seria una amenaza a la territorialidad global en la producción y consumo de bienes y seria la antesala de la desglobalización.
La reacción del que será nuevo presidente de los Estados Unidos, puede encontrar sustento, en cuanto a que una parte muy importante de la producción proveniente de China, está sustentada por ser empresas mixtas de capital privado y estatal o bien reciben subvenciones gubernamentales, haciéndola que compitan en los mercados internacionales en forma ventajosa frente a los nacionales, e incluso, frente a otras naciones que salen del mercado por no poder competir. De todas formas, mayores aranceles y decisiones al comercio exterior, tiene el desafío por delante de alcanzar el añorado nacionalismo económico reactivo.
Mayor carga arancelaria puede generar presiones inflacionarias, que induciría a una reacción de la Reserva Federal, elevando su tasa de interés, con la consiguiente posibilidad de frenar las actividades económicas y comerciales internas, así como el empleo, dilema al que la nueva administración de debe soslayar.
Otro factor que Trump le ha prestado atención es el sector exportador, indicando que favorece un debilitamiento del dólar en los mercados internacionales para aumentar las exportaciones y perjudicar importaciones/aranceles; pero resulta, que aun con algunos procesos de desdolarización en algunas economías del mundo, la moneda estadounidense ha ganado valor desde su triunfo, hace tres meses, frente al euro se cotizaba a 0.898 y al 2 de enero de 2025 se sitúa en 0.969, una tendencia creciente, revalorizándola en un 7.9 %, casi a la par. La fortaleza del dólar puede favorecer al consumidor norteamericano de productos importados, que con aranceles más altos harían las importaciones más caras, lográndose un efecto neutro a nivel de la inflación.
Cabe la posibilidad, de que la postura de Donald Trump sea una herramienta de negociación para determinados objetivos de su nueva administración o tal vez alentar la repatriación de una parte de la producción industrial de capital estadounidense.
El neoproteccionismo en lo local tiene sus ventajas en el corto plazo, en el mediano y largo plazo, pueda que no lo tenga. Como ventajas protege a las industrias nacientes, a las practicas comerciales desleales, al saldo de la balanza comercial; en contraposición, en las desventajas, se genera menos competencia, puede favorecer el aumento de precios, puede también, debilitar la oferta agregada y, además, incentiva la confrontación y conflictos. Dicho de otra forma, los aranceles pueden ser gratuitos para los contribuyentes norteamericanos, pero con un precio más alto para sus consumidores, que por cualquier circunstancia prefiera seguir comprando lo importado, a pesar de mayores niveles inflacionarios.
Por estas y otras razones, el escenario siempre debe ser el diálogo sincero entre las partes y no el unilateralismo, lo que deviene en favorecer un marco de entendimiento en el que el sistema del comercio mundial no se vea amenazado ni tampoco la inflación mundial, que puede traer posturas monetarias restrictivas y ralentización económica que afecte también al empleo y al combate a la pobreza extrema mundial, que se ha reducido en los 15 años a la mitad, de un 14.0 % a menos de un 7.0 % de la población total.
En la actual época de la globalización económica, expresada en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y la Organización Mundial del Comercio (GATT/OMC), opera un sistema multilateral basado en concesiones y cooperación, en la que en la aritmética, ganar-ganar, resulta en una suma, aumentando el volumen del comercio internacional y generando beneficios repartidos, como lo evidencian las estadísticas, aumentado en un 4,400 % desde los primeros días del GATT en 1950, hasta 2023 y relacionándolo con el producto interno bruto mundial, ha crecido de un 20.0 % en 1955 a un 32.0 % en el 2023; en contraposición a lo que puede resultar el neoproteccionismo, en la opción de ganar-perder y su también resultado aritmético de suma cero.
El mundo de hoy está interconectado a nivel de las finanzas públicas y privadas, al comercio internacional, al conocimiento, a lo cultural, a la producción, a lo tecnológico, a la comunicación y ya escapa a la voluntad particular, es una realidad de carácter imperativo.
Quiero inclinarme hacia la posibilidad de que los pronunciamientos del nuevo presidente de los Estados Unidos a partir del próximo 20 de enero de 2025, sea una postura para negociar en mejores condiciones a favor de los intereses legítimos de su nación, una prueba de esa posibilidad, es la invitación que le hiciera a Xi Jinping, presidente de la República Popular China, a la toma de posesión que le harán y, como algo no menos trascendente, a la petición formulada a la Corte Suprema de Justicia, para que suspenda la prohibición que entraría en vigencia en este enero a las operaciones de la empresa china TikTok, a fin procurar una resolución negociada.