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Ante la exitosa gestión de Abinader, el ventorrillo de pesimismo económico de la oposición

Es penoso que profesionales de cualquier disciplina, incluyendo la Economía, adopten conductas oblicuas, de despreciable dualidad. Es decir, que muestren un rostro en las aulas de instituciones académicas foráneas donde imparten docencia y otra en el entorno mediático y político insular. Si allí son metódicos, rigurosos y creíbles —pues capaces son—, aquí mienten sin honor, indiscriminados, a más no poder.

Adoptan tal conducta al emitir consideraciones sobre las perspectivas económicas nacionales para el 2025. Para ello, se sumergen, profundo, en la intención de crear zozobra, mintiendo, desdeñando los datos duros de la realidad.

La suerte es que casi todos —o al menos quienes deben— conocen la diferencia entre los economistas y los empresarios y emprendedores. Aún más: la diferencia entre economistas políticos, con aspiraciones políticas por lo alto, y quienes con su trabajo diario hacen que el PIB nacional se mantenga por encima del promedio regional, superando incluso el de economías regionales petroleras, de grandes riquezas naturales y poblaciones, con ostensible tradición, protagonismo liderazgo en el proceso de desarrollo de la modernidad industrial latinoamericana como Argentina, Brasil y México, para citar sólo tres referentes. Un país, República Dominicana, que por los esfuerzos y dinamismo de sus ciudadanos se ha colocado, con menos de 11 millones de habitantes y escasas riquezas mineras y naturales, como la séptima economía de la región y la quinta en ingreso per cápita merece que de ella se exclame: ¡Waooo!

¡Porque eso paja de coco no es, Señor!

Por esto es descaro apostar a la ignorancia de la gente, pues la gente ignara ya no es. Es la primera norma del accionar político: reconocer racionalidad e inteligencia a correligionarios y adversarios. Es lo que se llama ¡respetar!, norma básica para el desarrollo y ejecución de tácticas que garanticen el éxito estratégico. Pero no, ni eso. ¡Qué va! La política vernácula se impone hasta infestar de irrespeto al más formidable determinante: ¡la realidad!

Pese al pesimista discurso sobre las perspectivas económicas nacionales para el 2025, el país cerró noviembre creciendo 5.1%. Algo así desalienta a la oposición y ante ello sus voceros salen a vociferar falsas esperanzas a los idiotas fanatizados y sectarios. Entonces, viene su narrativa pesimista, es decir esa cuya intención es paralizar las acciones económicas de sus correligionarios para restar posibilidades al crecimiento nacional. Al hacerlo, tratan que sus propia gente —la que al menos es estúpida— no desarrolle iniciativas, perdiendo oportunidades de crear riquezas para sí, sus familias y el país. ¡Vaya amigos, vaya “compañeros”! ¡Así no me defienda, compadre!

El FMI y las advertencias de riesgos para la economía regional

Aunque en la página 16 de su texto “Perspectivas económicas, Las Américas, recalibrar políticas y avanzar con reformas”, publicado en octubre del 2024, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó sobre el riesgo de desaceleración del crecimiento e inflación persistente para la región durante el 2025, la República Dominicana, por la atinada gestión del Presidente Abinader y las políticas monetarias y financieras adoptadas por el Banco Central lograron mantener al país fuera de ese bucle alertado, en términos similares y un año antes, para el 2024. Pese al pronóstico del FMI para el recién concluido año, la economía nacional logró mantenerse dentro del rango meta y pronósticos oficiales en términos de: crecimiento (+5.1%), remesas (+5.8% ), arribo de visitantes y turistas (11 millones), índice de precio al consumidor (inflación: +3.18%), indicador que presentó variación negativa (descenso) en mayo y junio; paridad cambiaria por debajo del pronóstico oficial de +4.2 (RD$60.7 x dólar) en 0.8336%.

De manera que se verifica la diferencia entre Economistas —y peor, economistas políticos— y los agentes económicos. Estos últimos, según conclusiones del BanCentral y producto de los sondeos realizados en diciembre del 2024, esperan variaciones macroeconómicas del siguiente modo: Inflación: en +3.81%, variando (estándar) +0.29%; PIB real: +4.97%, con promedio de +5.0%; tipo de cambio: +3.68%; Tasa de política monetaria: +5.96%.

El 96.61% de las empresas encuestadas —nido de los actores que verdaderamente construyen el resultado económico nacional— consideró, en octubre del 2024, según datos del órgano regulador monetario y financiero nacional, “que su situación económica mejoró o se mantuvo sin cambios”. Eso, a pesar de la venta y propaganda de pesimismo económico desatada desde la oposición desde finales del 2023 y principios del 2024, cuyos cadáveres y huesos podridos quedaron en las páginas de opinión de nuestros diarios más destacados.

El riesgo a superar y a observar por nuestros diseñadores de políticas económicas está en lo reportado: se registró “una des acumulación de existencias por parte de las empresas manufactureras”, un sector que el gobierno tiene, si nacionalista desea ser, optimizar y reencauzar.

El riesgo para el sector manufacturero —el de nuestro mayor interés por su significación para el desarrollo interno— surge del fuerte impacto de las importaciones en nuestra economía. De hecho, las expectativas de producción cayeron -15.5%, corroboró el BanCentral. Sin embargo, observó que, “a pesar de esta reducción, el indicador se mantiene en terreno positivo con un saldo de 11.5%”. Otro aspecto fue el relativo a la ocupación: en tanto las empresas manifestaron percepciones y perspectivas de bajo incremento de personal (-3.8%), la variación interanual de la ocupación formal a octubre del 2024 registró +2.16%.

Como vemos, pese a esa relativa prudencia en las ponderaciones del sector empresarial, el país acumuló un crecimiento interanual de +5.1% a noviembre, 2024, porque a pesar de sus propias consideraciones los actores económicos se mantuvieron resilientes, actuando para mejorar, ganar más y crecer. De igual modo, aunque las expectativas de crecimiento redujeron “hasta un saldo de 42.3%, el resultado más bajo de todo el 2024”, este resultado puede ser vinculante al tema reforma fiscal, sacado de la palestra en noviembre, 2024. Pese a su intensa mediatización, afirmamos anteriormente, la economía creció 5.1% porque si hay algo que caracteriza a los emprendedores y actores económicos es a buscar su permanente mejoría, por lo que decrecer para ellos es fracaso, no es opción.

La propaganda del pesimismo económico de la oposición parte de un referente falso: desea que la gente piense que el gobierno es el responsable del comportamiento del PIB cuando este es un indicador atado y vinculante al Índice de Actividad Económica nacional en el cual se incluye la Actividad Manufacturera.

Perspectivas económicas nacionales ante el gobierno del presidente Donald Trump

Las relaciones dominico-americanas se imputan de excelentes. Una correspondencia de objetivos a favor de la democracia en los entornos regional y global, un DR-CAFTA vigente entre ambas naciones y una tendencia nacional a garantizar un clima favorable a las inversiones foráneas en el país, constituyen factores que robustecen las oportunidades de de continuidad de lo que hasta ahora ha sido: el anclaje nacional al destino estadounidense.

De tal manera, un profesor de Harvard que afirma declive y riesgos insalvables en la sostenibilidad económica nacional, ¿está diciendo que habrá declive en la economía estadounidense a causa del gobierno del presidente Donald Trump?

Lo enunciado por los economistas opositores que abrieron un ventorrillo mediático para vender al país un pesimismo económico carece de fundamentos factuales y doctrinales; también de bases de sustentación econométrica verificable ya que en el entorno de la economía real al que se refieren no es posible constatar tendencias de esas variaciones reduccionistas que —más que pronosticar— desean. En lugar de ello, lo previsible es el fortalecimiento de los lazos dominico-estadounidenses en todos los ámbitos de las relaciones bilaterales de la cual deriva la estabilidad en remesas; de esta, la estabilidad del tipo de cambio; en mucho la respuesta a la balanza de cambios y, finalmente, la satisfacción de los compromisos contraídos con organismos crediticios internacionales.

La economía estadounidense es una de las principales fuentes de la fortaleza del desarrollo nacional. En la coyuntura que se avecina a causa del inicio del gobierno del Presidente Donald Trump en los Estados Unidos, contrario a lo que se afirma en los ventorrillos que venden el pesimismo económico, mayores oportunidades tendrá la economía nacional. Oportunidades derivadas de la que se espera reciba la ocupación en ese país, producto del fuerte discurso de “Hacer a América grande otra vez”, propugnado hasta hoy por el electo presidente de esa nación.

Contrario a los alegatos de los vendedores del pesimismo, los efectos económicos derivados de ello beneficiarían a la República Dominicana si Trump mantiene sus planes de potenciar el desarrollo y productividad internas, de modo que la estrategia del vecino del Norte de regreso pausado hacia su territorio y los vecinos del Sur, no puede más que continuar favoreciendo la mano de obra en ese país y la Inversión Extranjera Directa hacia en América Latina, procedente de EE.UU. Para los nacionales estadounidenses y los radicados allá de origen dominicano es muy previsible un clima de mejoría, el cual se reflejaría en las remesas hacia nuestro país y en la llegada de turistas procedentes de ese mercado, del mismo modo que, si el país lo asume como meta, en el incremento de las exportaciones de bienes y servicios. ¡Y en la exportación, por ejemplo, de arroz! Por el DR-Cafta estará libre de impuestos. La verdad, el griterío arrocero es incomprensible. En vez de tanta queja deben producir más para exportar.

Aunque todo puede suceder un día, no hay por qué hacer caso al discurso pesimista. Sólo los estúpidos lo escucharían. Cada quien construye su destino. Y la hora de progresar “¡Ahora es!”, porque no hay mayor triunfo que robar la consigna al adversario. El propio Fondo Monetario Internacional afirmó, en la página 11 del precitado texto, que no prevé que América Latina sufra los embates de los conflictos geopolíticos actuales porque, sostiene, la región está “Al margen de las tensiones geopolíticas globales”.

Por los resultados anunciados hasta noviembre 2024 por el BanCentral se puede afirmar que la actitud del empresariado local es continuar avanzando en el desarrollo de sus negocios y empresas, ponderando que su logro colectivo significa desarrollo y bienestar nacionales. Del mismo modo que la CEPAL pronosticó que la región crecería +2.2% en el 2024 y la República Dominicana lo hizo, hasta noviembre 2024, en 5.1%, ante las perspectivas de desaceleración en la zona euro (+0.8%), las conservadoras perspectivas de crecimiento mundial (+3.2%) y para la región (+2.2%), la República Dominicana, por el dinamismo y resiliencia de sus actores económicas, en el 2025 podrá crecer en los formidables términos de los esfuerzos locales y no en los términos enanos, obnubilantes y de espasmo de los opositores vendedores del pesimismo económico.

República Dominicana continuará creciendo en niveles similares a su media histórica. Por ello, ¡a continuar resilientes para continuar en las sendas del desarrollo y el bienestar!

Recordad la línea fuerza: ¡el objetivo es duplicar el PIB para el 2032!

¡Con entusiasmo, a trabajar y producir!

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