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Talento, misión y pasión

Hace aproximadamente una semana, recibí una llamada telefónica de un hombre de bien. Un amigo que tiene años haciendo solamente lo que le gusta: trabajar. Un hombre nonagenario, que no le tiene miedo al trabajo, a trazarse metas y a lograrlas. Le decía a mi amigo, que cuando una persona se dedica a hacer algo que le gusta, no se da cuenta que está trabajando.

La pasión que se le puede poner a las cosas que uno hace, hace la diferencia. Si usted puede lograr identificar aquellas cosas o habilidades que tiene, que hace muy bien y que además le gusta, y puede incluso identificar a quién servir con el resultado de su trabajo, siempre va a tener un pan debajo del brazo.

No solamente eso, puede ser también que pueda crear abundancia y algo mucho más significativo para su vida, es saber que vive una vida con un propósito. Todos esos dones y talentos que tenemos vienen de fábrica, y no todos tenemos la oportunidad de detectarlos, descubrirlos y desarrollarlos. Muchos vamos caminando por la vida respirando solamente porque tenemos nariz, o comiendo solamente porque tenemos boca.

O, como le decía un comunicador internacional a su público, a aquellos que no le daban importancia a tener un propósito: ¡paga tu factura y muérete! Es decir, hay personas que entienden y quizás son pragmáticos con esto, tienen los pies demasiado sobre la tierra y no se permiten el lujo de soñar, ni de luchar por sus sueños. Se conforman con el status quo y no tienen la posibilidad de moverse a un escenario mejor, porque es suficiente lo que tienen hoy.

Pero muchas veces ese paso tan necesario para provocar un cambio real y sostenible en nuestras vidas, implica una dosis de coraje, de valentía, de no tenerle miedo al resultado que podría venir como consecuencia de la decisión. Si usted piensa un poco más allá, se puede dar cuenta de que cualquier decisión que toma, cualquier decisión, tiene posibilidades diferentes en escenarios distintos. Evidentemente, habrá personas que no les gustará lo que usted haga, pero si se preocupó y se ocupó por dedicarle tiempo a eso que le apasiona, ya no importan tanto los resultados, porque sabe que dió el máximo, que disfrutó del camino y lo hizo con amor, lo hizo de corazón, porque eso que estaba haciendo sencillamente le apasiona.

Hay autores que plantean que cuando una persona está dedicando tiempo a esas cosas que le apasionan y tiene el talento para hacerlo, está viviendo una vida de propósito. Porque esos talentos vienen con usted de fábrica y tuvo la oportunidad de darse cuenta de ello, de mejorarlos, de perfeccionarlos y, además, se ocupó de encontrar la forma de servir a los demás, con esa cosa que hace con excelencia.

En la madrugada de hoy, ya estamos a 31 de diciembre, a eso de las 2:30 am, el sueño se fue y, como muchas veces ocurre, comenzaron a llegar las ideas, los pensamientos, a fluir los sueños y al llegar a fin de año, reflexiones que ayudan a uno a darse cuenta, de qué tan exitoso pudo haber sido este año que en breve nos deja.

En ese tiempo, un par de horas, escuchamos algunos análisis, algunas prédicas que hacía un ministro internacional. No quiero decir nombres, ni tampoco mencionar ministerios, pero era un hombre de Dios que tiene su canal en YouTube, y que diariamente está compartiendo sabiduría, apoyándose en las sagradas escrituras y refiriéndose precisamente, a este tema de la misión personal y la vida con propósito.

Él decía que los discípulos, los que quieren seguir a Cristo con esos dones, con esos talentos, deben lograr ser luz y ser sal en la tierra. Es decir, utilizar esas habilidades, esos conocimientos, ese potencial, utilizarlo para el bien, para mejorar, para confrontar las cosas que están mal hechas. Porque de nada sirve tener conocimientos si no tenemos el arrojo y la capacidad de poner el dedo en la llaga, para hacer que esa herida que vamos creando sin darnos cuenta con nuestras malas acciones, cicatrice y pueda lograr sanearse.

En ese sentido, ser sal implicaba esa luz que pudiéramos reflejar como consecuencia de esos talentos, de esos dones que vienen de fábrica, ponerlos al servicio para el bien, llevando conocimiento, llevando conciencia, mejorando los procesos, mejorando las cosas que se hacen, cuestionando las cosas que están mal, y dando una opinión directa, objetiva, sana y libre de contaminaciones, para hacer que las cosas sucedan para el bien de la sociedad, de la familia o de la nación.

El llamado es para todo el mundo, cada uno de nosotros con sus propias actividades tiene esa posibilidad, de estar viviendo en propósito y que ese propósito sirva para ser luz y para ser sal, donde quiera que nosotros estemos.

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