TESTIGO DEL TIEMPO
Peligrosa crisis de credibilidad
Todo el mundo y los médicos saben que la medicina es un negocio más, que trafica con nuestra salud, no quieren sanarnos, necesitan clientes enfermos comprando medicinas. Nadie, ni los médicos creen en el sistema sanitario.
Todo el mundo y los políticos saben que ellos sólo representan, defienden, los intereses de las grandes corporaciones. Nadie cree en los políticos ni sus promesas vacías.
Todo el mundo y la policía saben que los servicios policiales trabajan directamente con bandas delincuenciales y narcotraficantes. Nadie cree ni se siente seguro con la policía.
Todo el mundo y los grandes medios saben que la imparcialidad periodística murió hace tiempo, si alguna vez existió, mintieron con la pandemia y las elecciones estadounidenses. La mayoría de quienes “consumimos” noticias, desconfiamos de ellas.
Todo el mundo, los curas y pastores, saben que su nuevo evangelio solo busca acumular dinero y poder. Nadie cree en ellos, son políticos disfrazados de evangélicos.
Todo el mundo y el gobierno saben que el gobierno siempre ha mentido, o en el mejor de los casos manipula las verdades a su exclusiva conveniencia.
Cuando el presidente colombiano Gustavo Petro dijo que su gobierno coordinaba con el Gobierno Dominicano para capturar aquel cargamento de cocaína, demostró que nuestro gobierno mintió descaradamente.
La mentira solo sirve para esconder verdades muy inconvenientes. Después que Petro desnudó la mentira, el gobierno respondió con un escandaloso desafío mutista, deteriorando su imagen pública.
Debemos aceptar esa actitud del gobierno como una forma no verbal de confesar cosas absolutamente inconfesables, y reprochables.
Nuestra sociedad colapsó de manera definitiva, el gobierno no aclara ni le informa nada a sus gobernados, y la oposición guarda silencio, no demanda ni denuncia nada. Todo queda meridianamente claro, no existe la “oposición política”.
Son diferentes colores y grupos del mismo partido, por eso nunca nada cambia, aunque votemos por el “cambio”. Está claro, el voto no cambia vale absolutamente nada.
Cuando digan verdades importantes, nadie les creerá, perdieron credibilidad, y nosotros perderemos la fe en la fe misma.