Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

La fuerza de una identidad carismática

Los salesianos de República Dominicana iniciamos el año 2025 agradeciendo a Dios y celebrando los noventa años de presencia, caminando con los jóvenes.

Todo aniversario es una estupenda oportunidad para reflexionar, tomar conciencia y agradecer lo que se ha construido en el pasado remoto y reciente, sobre lo que somos actualmente y lo que hemos decidido llegar a ser en el futuro. Además, se dice popularmente que “Los aniversarios son para poder celebrar las alegrías de hoy, recordar las memorias del ayer y mantener vivas las esperanzas del mañana”.

La mirada hacia el pasado permite valorar la profundidad de nuestras raíces, explicarnos el presente y proyectarnos en el futuro; que, aun cuando está marcado por la incertidumbre se puede construir sabiamente entre todos. Los hijos de Don Bosco, junto a los laicos, hemos dedicado nuestros mejores esfuerzos a la educación y a la evangelización, hemos construido un pasado memorable, estamos llamados a responder a un presente complejo y a proyectarnos en un devenir auspicioso y retador en estas tierras quisqueyanas.

Para edificar el futuro lo hacemos desde la esperanza teologal que no ignora, sino que mantiene muy presente la memoria histórica, reconociendo a quienes nos han precedido en la labor educativo pastoral y con la vista puesta en el horizonte.

Sin lugar a dudas, necesitamos continuar reflexionando sobre lo que han sido nuestras experiencias, nuestras conquistas y nuestros fracasos y, redescubrir en el pasado las grandes lecciones; además, plantearnos el presente y el futuro desde la esperanza teologal.

La esperanza teologal implica vivir el presente desde el futuro que nos ha sido dado en la promesa de eternidad que ya poseemos por la fe, por la esperanza misma y por la caridad. Tal convicción nos hace conscientes para vivir con un tono vital trascendente renovado. Para empezar, con una visión del pasado llena de gratitud por los abundantes frutos cosechados. Así también, con una visión del momento presente como tiempo de gracia y salvación.

Los procesos educativos de los salesianos posicionan a la persona en el centro y a Dios como meta de dichos procesos. Por eso buscamos: educar para desarrollar una mente global, enfatizando el desarrollo personal; educar para estimular la duda más que la conformidad, promoviendo la cooperación más que la competencia; educar para cultivar una mente que aprende, despertando y desarrollando la inteligencia que es más importante que el perfeccionamiento de la memoria; educar para un comportamiento ético intachable, formando en el arte de vivir.

Los salesianos nos proponemos: centrar la vida en Dios y su Palabra, seguir creciendo en vida interior e identidad carismática, continuar fortaleciendo la pertenencia a la Sociedad salesiana y a la Iglesia; vivir la fraternidad y la comunión como estilo de vida, volver a Don Bosco estando en medio de los jóvenes como educadores-pastores.

Los hijos espirituales de Don Bosco hemos tomado la decisión de no trabajar por ganancia o reconocimiento personal, sino por el bien de los jóvenes y de la comunidad, con sencillez y sin jactancia.