Ecos de una epidemia: más cerca de la meta
El recorrido desde los primeros días de la epidemia del VIH nos hace recapitular que la prevención ha sido uno de los pilares fundamentales para controlar su impacto. En las últimas décadas, hemos presenciado avances significativos en la ciencia y la medicina, como la profilaxis preexposición (PrEP), la profilaxis posexposición (PEP), en el tratamiento antirretroviral (TAR) que hace que las personas con VIH indetectables no transmitan el virus (I=I), y el uso de dispositivos biomédicos como preservativos masculinos y femeninos y anillos vaginales impregnados con antirretrovirales.
Sin dudas, la PrEP, que consiste en el uso de medicamentos antirretrovirales por parte de personas VIH-negativas, ha sido una de las intervenciones más revolucionarias en la prevención del VIH. Ensayos clínicos como iPrEx y PARTNER han demostrado su alta eficacia, reduciendo el riesgo de transmisión hasta en un 99% cuando se toma correctamente.
En el contexto dominicano, la implementación de PrEP comenzó en 2018 con una iniciativa estado-agencias de colaboración-academia. A pesar de la evidencia de su efectividad, su adopción ha enfrentado barreras significativas en el país, desde desafíos estructurales en el sistema de salud hasta estigma social y desconocimiento generalizado sobre la intervención. Algunas estimaciones del CONAVIHSIDA reflejan que menos del 4% de las personas que podrían beneficiarse la usan. Desde 2021, luego de que las vacunas y las medidas de control lograran mitigar la emergencia causada por la COVID-19, el programa de PrEP fue relanzado. Sin embargo, a pesar del aumento en los programas que ofrecen PrEP, el alcance aún está muy por debajo del necesario para impactar significativamente en las tasas de transmisión.
Algunos autores atribuyen este fenómeno de bajo alcance al estigma asociado tanto con el VIH como con las poblaciones que suelen utilizar PrEP. Esto afecta no solo a las personas que la buscan, sino también a los proveedores de servicios de salud, quienes a menudo carecen de capacitación adecuada y sensibilidad hacia poblaciones vulnerabilizadas. La percepción de que PrEP está asociada exclusivamente con comportamientos de alto riesgo también disuade a muchas personas de buscar la herramienta, por temor a ser juzgadas o discriminadas.
Las desigualdades en el sistema de salud dominicano representan otra barrera importante. El acceso a PrEP es más difícil en áreas rurales, donde la infraestructura de salud es limitada y los servicios especializados suelen estar concentrados en centros urbanos. Estas disparidades perpetúan brechas de acceso que afectan de manera desproporcionada a quienes más lo necesitan, sin considerar los costos derivados de transportación de una provincia a otra.
En los últimos años, el Ministerio de Salud Pública ha incluido la PrEP como parte de su respuesta nacional al VIH y se están desarrollando políticas para integrarla en los servicios de salud sexual y reproductiva en la atención primaria. Las campañas de sensibilización dirigidas por organizaciones de la sociedad civil también han jugado un papel crucial, al educar a las comunidades sobre los beneficios de PrEP y alentar a las personas en riesgo a buscar esta opción.
Los hallazgos de los estudios PURPOSE 1 y 2 presentados este último año revelan que la administración de antirretrovirales inyectables y de larga duración podrían ser el “Pathbreaker” para la eliminación del VIH. Las conclusiones de dichas investigaciones revelan que cuando se administran estos medicamentos cada tres y seis meses previenen en un 100% las nuevas infecciones. Este es sin duda el hallazgo de esta década y que, a pesar de sus costos, viabiliza la promisoria posibilidad de eliminar las pastillas del día a día de los usuarios.
]En esta mirada sobre la historia del VIH, queda claro que, a pesar del negacionismo inicial y las barreras impuestas por el estigma, el país ha logrado avances notables en términos de acceso al tratamiento y la implementación de nuevas herramientas de prevención; hemos alcanzado a reducir a 7% las nuevas infecciones en estos últimos 10 años y a 1.4 las nuevas transmisiones de madre a hijo. Sin embargo, el estigma sigue siendo una barrera persistente, no solo para el diagnóstico y el tratamiento, sino también para la prevención.
La superación de estas barreras requerirá un esfuerzo sostenido, basado en la colaboración entre el estado la sociedad civil, la academia, y las comunidades afectadas. Si se pregunta si la eliminación del VIH es posible, la respuesta es sí, lo es, pero solo si abordamos de manera integral las desigualdades estructurales, eliminamos el estigma en todas sus formas y garantizamos que todas las personas tengan acceso equitativo a las herramientas necesarias para proteger su salud y dignidad. Si logramos esto, el gran Tony De Moya estaría muy contento.
Sobre el autor:
Robert Paulino-Ramírez, es experto en enfermedades tropicales y virus emergentes. Investigador y profesor de medicina tropical y salud global en la Universidad Iberoamericana, Unibe; miembro de la Academia Dominicana de la Medicina, y miembro titular en salud de la carrera Nacional de Investigación.