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Opinión

Semana con agenda agitada

A ritmo manso se procesa la transición y se empieza a saber más sobre los futuros ministros. Asimismo, el lanzamiento de la candidatura de Martín Lema a la Intendencia de Montevideo abre una rendija de esperanza para los montevideanos cansados de vivir en una ciudad mal administrada. Por último, la interna frentista se agitó con las declaraciones de Lucía Topolansky, apoyadas por su esposo, respecto a testimonios falsos dados en juicios a militares.

Como suele decirse, “hay de todo, como en botica”.

Durante el gobierno de la Coalición, el tema del pasado reciente transcurrió por carriles discretos. El ministro Javier García se manejó con equilibrio y en estos cinco años no hubo mayores sacudones, lo cual fue buena cosa. Se hicieron interesantes cambios en los programas para la formación militar, hubo juicios contra militares en los que, como ocurrió en algún caso, el ministro expresó su contrariedad por entender que el procedimiento era injusto, pero no interfirió con la independencia del Poder Judicial. Aparecieron archivos con documentos sobre la época y se buscó, junto al Ministerio de Cultura, cómo hacerlos accesibles a todos y no solo a unos privilegiados, cosa que no cayó bien a ciertos sectores. Quienes reclaman “verdad y justicia”, acá preferían ocultamiento.

Ni bien ganó el Frente, surgieron los temblores. Los embanderados con estas causas suelen dirigir su artillería contra “la derecha”, pero donde se arma lío es dentro de la propia izquierda. No ahora, siempre.

Basta recordar el episodio al final del gobierno de Vázquez, respecto a actas de un tribunal de honor que por su contenido hubieran obligado a una intervención judicial, pero que sin embargo fueron silenciados. Se apuntó contra el general Guido Manini Ríos, comandante en jefe en ese momento, porque era lo más fácil (ir contra “la derecha”), pero después se supo que esas actas se enviaron al ministro, que las hizo llegar al secretario de la Presidencia y al presidente: todos guardaron silencio.

La gestión de Eleuterio Fernández Huidobro, en lo referido a derechos humanos, fue criticada por sectores de la izquierda. La periodista María Urruzola escribió un libro marcando sus contradicciones.

La Ley de Caducidad fue llevada dos veces a referéndum y en las dos (con años de distancia entre una y otra) una amplia mayoría optó por mantenerla.

El Frente luego quiso derogarla pese a la oposición del entonces presidente Mujica y un diputado, Victor Semproni, en un gesto de lealtad a su presidente, votó contra la corriente. Fue sancionado por su partido porque, claro, al presidente no se lo podía tocar.

Estos episodios muestran las profundas diferencias entre tupamaros y comunistas para afrontar este tema.

Pero si lo que dice Lucía Topolansky es verdad, queda al desnudo la pasmosa inmoralidad de mucha gente.

El futuro gobierno propone cambios tributarios. Lo llamativo es que el actual gobierno, más allá de reducciones impositivas puntuales, trabajó con el sistema impositivo heredado.

¿Por qué quiere el Frente tocar su propio sistema si éste ya es una pesada carga para el contribuyente? El IRPF se creó como un impuesto al trabajo: cuanto más se trabaja, más se quita. El IASS es un castigo a los jubilados cuyos ingresos son el retorno de sus ahorros hechos con sueldos que en su momento pagaron impuestos.

No se habla de reducir impuestos, solo de reformularlos, que equivale a aumentarlos.

Habrá que ver cómo se perfilan los nuevos ministros. El futuro canciller es bien recordado por sus colegas periodistas de aquella época (hace mucho que se fue de Uruguay), pero poco se conoce de sus posturas ante temas candentes. Si se repasa, los gobiernos frentistas tuvieron malos cancilleres (Reinaldo Gargano), de medio pelo (Luis Almagro) y los que trabajaron bien pero fueron neutralizados por una visión rígida de la política exterior dictada por la Mesa Política del Frente Amplio, por fuera de la Presidencia.

Queda por último la buena noticia de la candidatura a la Intendencia de Martín Lema. Importa que se haya puesto a trabajar temprano y que empiece a interiorizarse de la compleja realidad del departamento. Además de tener buena llegada a la gente, deberá presentar una propuesta que seduzca, que transforme a la capital en un lugar limpio, amable, eficiente y funcional, con mejoras que realcen los barrios, la costa y la periferia postergada. Que Montevideo sea un lugar con rincones hermosos, a la vez que neutralice la hostilidad latente que se percibe en sus calles. 

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