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Feliz Navidad: Esta fecha no solo reaviva el optimismo, también nos invita a defender la vida

Navidad

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Resulta sorprendente, maravilloso, notar que la Navidad está en pie igual que siempre. El mundo ha tomado tantas caras en estas últimas décadas, años de vertiginosos cambios tecnológicos e innegables transformaciones sociales, que encontrarse con los adornos en los escaparates de los almacenes, con las tradiciones más entrañables desde el Día de las Velitas hasta la Novena de Aguinaldos, con las películas navideñas en las plataformas que se han tomado las casas de hemisferio a hemisferio, es una demostración de que las sociedades de estos tiempos no solo se resisten a dejar atrás una celebración que es una invitación a renacer, sino que han descubierto en la Nochebuena una nostalgia que revitaliza y reúne.

La Navidad revitaliza porque, en medio de tantas noticias de las guerras y de las crisis de las democracias, de tantas imágenes dolorosas de las pobrezas y los desplazamientos en el mundo entero, es prueba de que las familias siguen siendo verdaderos refugios, las solidaridades no son gestos del pasado y los amores dan luz a los episodios oscuros que parecen inevitables. La Navidad reúne porque, en este siglo en el que la polarización ha hecho que la convivencia, el debate político y la lucha contra la desigualdad sean un verdadero reto, deja en claro que somos más prójimos de lo que creemos, que tenemos en común, por ejemplo, el anhelo de vivir en paz.

La lectura de la Novena de Aguinaldos, tan viva en tantas casas de tantas regiones del país, no ha terminado siendo un mero gesto de añoranza porque el relato del viaje de María y José hasta el pesebre en el que nace el hijo de Dios es un relato narrado en presente. Por una parte, se sigue leyendo como se lee una historia contra la xenofobia, la intolerancia religiosa y el racismo. Por la otra, se sigue recibiendo como una denuncia del drama actual, diario, de los migrantes: la imagen de aquellos padres camino a Belén, a lomo de burro según el relato del apóstol Santiago, continúa retratando la travesía terrible de los expatriados.

Según los informes de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), al cierre de junio de este 2024 más de 122 millones de seres humanos en el mundo 5 por ciento más que en 2023 "habían sido desplazados por persecuciones, conflictos, violaciones de los derechos humanos, violencia o graves alteraciones al orden público": 1 de cada 67 personas tuvo que irse de su propia casa. Si se ve en el mapamundi, en los reportes minuciosos de la agencia, es claro que Myanmar, Ucrania, Mozambique, Congo, Sudán, Haití, Venezuela y Colombia son los ocho países más afectados por la crisis del desplazamiento forzado.

El Registro Único de Víctimas del Gobierno Nacional es claro en que, hasta el 31 de diciembre del 2023, ha habido 8’578.124 víctimas de desplazamiento forzado en el país. El Informe Global sobre Desplazamiento de 2024 señala que hoy en día hay 5’077.150 personas desplazadas en Colombia. En los pasados doce meses, según el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, la terrible odisea por la jungla del Tapón del Darién que ya no fue vivida por las 511.000 personas del año pasado, sino por 300.000, dejó 55 migrantes muertos y 180 menores abandonados a su suerte.

Navidad revitaliza y reúne porque es una renovación del compromiso con los niños. Un reciente informe de la Unicef, 'Estado mundial de la infancia 2024', habla de cómo la niñez mundial ha empezado a ser marcada por tres tendencias: la transición demográfica, la crisis climática y la tecnología de vanguardia. Es, pues, un momento determinante, un punto decisivo en el que se pueden tomar medidas que mejoren las vidas de los menores de edad. Las cifras duelen. Hace poco el portavoz de la agencia, James Elder, recordó que más de 16.000 niños han sido asesinados en Gaza y otros 100.000 han terminado heridos. Según el informe de la Unesco sobre la educación del planeta, 251 millones de niños y jóvenes siguen sin ser escolarizados. La Defensoría del Pueblo ha denunciado, acá en Colombia, el reclutamiento de más de 160 niños, niñas y adolescentes por grupos armados al margen de la ley. La consciencia de semejante pesadilla tendría que llevar a un despertar.

A pesar de las vueltas que da el mundo, a pesar de la incapacidad global para conjurar las violencias, la Navidad sigue siendo una forma que toma la esperanza: una especie de resistencia contra los reveses y las injusticias que se dan todos los años. Los cuentos navideños, de Dickens en adelante, tienen en común que entienden la Nochebuena como un giro, como una oportunidad para enmendar el camino. Estos días son, de cierto modo, un llamado a la acción. Una invitación a vivir, a defender y celebrar la vida que nos une.

Felices fiestas, queridas lectoras y queridos lectores de EL TIEMPO, que estos sean días en paz y en unión familiar.

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