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El Gobierno en el barrio

La decisión del presidente Luis Abinader de llevar el gobierno a los barrios pobres, como parte de sus “planes innovadores” para 2025, es muy plausible.

Representa un paso significativo hacia un enfoque más humano y cercano a las necesidades de los sectores más vulnerables del país.

Este contacto directo permitirá al mandatario obtener, de primera mano, una visión más clara de las carencias que aquejan a estas comunidades, muchas veces marginadas o excluidas de los beneficios del desarrollo.

La propuesta del Presidente, de resolver problemas que pueden parecer pequeños desde la óptica gubernamental, pero que son inmensos para quienes los padecen, demuestra sensibilidad y compromiso.

El énfasis en trabajar junto a los ayuntamientos y las instituciones públicas para identificar y solucionar esas necesidades refuerza la idea de un gobierno descentralizado, que pone a las personas en el centro de su gestión.

El Listín Diario, con su programa de visitas a los barrios del Gran Santo Domingo, ha podido constatar de cerca las necesidades más apremiantes de estas comunidades.

En estos encuentros, hemos escuchado las voces de los moradores, recopilado sus reclamos y ayudado a movilizar la acción gubernamental hacia soluciones concretas.

Nuestra experiencia confirma que cuando las autoridades se acercan al pueblo, las respuestas son más eficaces y rápidas.

Y lo que hemos visto es todo lo contrario. Esas barriadas han sido mal atendidas en sus reclamos.

Se han sentido frustradas frente a las demagógicas promesas de los funcionarios a los que han acudido para buscar ayudas.

Esta vez, la presencia directa del presidente Abinader en los barrios puede ayudar a fortalecer la confianza ciudadana y a despertar mejores esperanzas en el pueblo.

Con este tipo de iniciativas el Presidente ayuda a romper las barreras burocráticas y a establecer una conexión real entre el gobierno y las comunidades.

Cuando las necesidades de los barrios son escuchadas directamente por el jefe de Estado, las soluciones no tardan y, lo más importante, tienen mayor probabilidad de ser acertadas y sostenibles.

Esto es lo que hacía falta: Que el gobierno no solo esté presente en las grandes obras, sino también en las pequeñas acciones que transforman vidas cotidianas.