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Lapsus... normales

Amable y apreciado lector, la definición más sencilla de lapsus es “Todo error o equivocación involuntaria de una persona”. En el año 1904, Sigmund Freud publicó su libro titulado “Psicopatología de la vida cotidiana”, en el cual se dedica a explicar los actos fallidos que conocemos como lapsus.

En este enfoque deseamos, no tan solo referirnos a algunos de estos lapsus, sino especialmente intentar dejar establecido que son normales. Y esto último es sumamente importante, por la voracidad con que actúan en la actualidad los grandes laboratorios farmacéuticos para continuar siendo la actividad económica mundial número uno por los cuantiosos beneficios que deja, muy por encima de las ventas del petróleo y sus derivados y también de armamentos y drogas ilegales.

Estos comerciantes asesinos, haciendo uso desmesurado del marketing y de la promoción muy bien pagada a la clase médica, logran que muchos especialistas con sutilezas cargadas de astucia, hagan, por Lo menos, creer a muchas personas que tienen lapsus habituales, no de que podrían padecer de demencia, pero sí de que su memoria está fallando.

Y que por esa razón sería bueno hacerle a la persona una serie de estudios radiológicos, y recetarle unos medicamentos que son innecesarios y podría causarle daños a órganos, como el riñón y el hígado, además de que la calidad de vida de esa persona termina afectada de manera evidente, porque comienzan a temer que muy pronto podrían padecer algún tipo de demencia.

Y esa conducta médica es una barbaridad, porque lo cierto es que aún no existe un medicamento que pueda prevenir la demencia, aunque se esté hablando muchísimo de que la vitamina K podría lograr ese efecto, algo que aún no ha sido comprobado. Lo que sí se sabe que ayuda a prevenir la demencia es tratar de dormir bien. Para conseguir eso, se debe hacer lo que se conoce como “Higiene del sueño”, que consiste en asumir una serie de actitudes y hábitos que nos permitan tener un sueño verdaderamente reparador, como por ejemplo: A) En la medida de lo posible acostarse siempre alrededor de la misma hora. B) Desconectarse desde por lo menos una hora antes de acostarse de todos los aparatos electrónicos. C) Ir dejando poco a poco los medicamentos usados habitualmente para lograr dormir, e irlos sustituyendo por remedios naturales como son las distintas clases de té, debido a que los más populares de estos fármacos, como son los barbitúricos, tienen el grave problema de que imponen el sueño, pero no es de calidad, y peor aún, pueden producir muertes súbitas, debido a que la línea entre “hacer el bien” y producir la muerte es sumamente fina.

Esta es la razón de que muchos adultos mayores que usan barbitúricos mueran durante el sueño de la madrugada. Y como somos un pueblo sencillo y hasta ingenuo, entonces los familiares y amistades suelen decir: “se lo llevó Dios en paz”. Pero lo cierto es que eso no debió suceder. Además, muchos (as) de los que no mueren, suelen tener fracturas de cadera, porque al levantarse a orinar en la madrugada se caen, porque los barbitúricos les provocan mareos y una especie de "atontamiento" que les hace perder el equilibrio, y no tienen habilidad para defenderse, no por la edad, sino por el efecto del barbitúrico.

Es bueno que usted sepa que la mayor parte de pacientes que mueren en procesos operatorios, no suele deberse a impericia del cirujano, sino a una aplicación inadecuada del anestésico, que suele ser un producto a base de barbitúricos, debido a que estos son los más usados. Y ya usted sabe de su potencialidad para llevar a la muerte.

A todos nos ha ocurrido que, al hablar con alguien o en medio de una conferencia, al intentar decir el nombre de una persona conocida, no logramos recordarlo.

A todos nos ha ocurrido que, al hablar con alguien o en medio de una conferencia, al intentar decir el nombre de una persona conocida, no logramos recordarlo.EXTERNA

Segundo, los medicamentos más populares para inducir al sueño son aquellos a base de Benzodiacepina, pero estos tampoco son "inocentes" porque suelen provocar dependencia.

Deseo compartir con usted que un buen amigo y excelente cirujano le solicitó a quien esto escribe que le hiciese una receta de un medicamento -que le dijo otro colega- y aunque es cierto que ese fármaco no era básicamente un barbitúrico, sí era "primo" de estos. Y como su madre -a quien quiero muchísimo- es una octogenaria muy cerca de ser nonagenaria y como sabemos de las fracturas de cadera y todo lo demás, le dije a este buen amigo: Que prefería que ella usase el té de hojas de chinolas -que yo uso para mí con excelentes resultados, porque además controla la hipertensión- e incluso le ofrecí darle la literatura relacionada con la eficacia de ese té. Lo que hizo fue mirarme como sí de repente descubriese que estaba hablando con un extraterrestre o un orate en medio de una crisis delirante. Así que se despidió de manera brusca y buscó otra persona que le hizo la receta.

Veamos ahora algunos de estos lapsus:

1-Olvido de nombres propios. A todos nos ha ocurrido, que estando hablando con alguien o en medio de una conferencia, al intentar decir el nombre de alguien conocido, no logramos recordarlo y además en el proceso de tratar de recordar, nos suelen llegar a la memoria otros nombres, que rápidamente descartamos, porque sabemos que ese no es el nombre que deseamos recordar. Freud no dijo que eso fuese grave, pero como estaba promoviendo el psicoanálisis, entonces sugirió que ese error de la memoria -lapsus- se debía al proceso psicológico que se denomina represión, que consiste en enviar hacia el inconsciente todo aquel material que nos ha causado irritabilidad, tristeza o dolor. Y eso produce ese olvido clasificado como activo. Sin embargo, esa explicación -en este caso- que podría parecer muy lógica y hasta bonita, no es cierta, porque lo que en realidad sucede es un proceso mental que podríamos denominar como cuasi cómico, debido a que el cerebro de cada uno de nosotros, tiene entre otras características, las siguientes: a) es divertido, b) juguetón, c) y en especial es muy maluco.

Es por eso que goza con hacernos esa trastada, cuando nos ponemos ansiosos en ese proceso de tratar de recordar. Pero cuando el cerebro percibe que no nos ponemos ansiosos en ese proceso, y le decimos a nuestro interlocutor o interlocutores: "En un momentito te digo el nombre", y continuamos hablando con naturalidad, entonces nuestro cerebro, sintiéndose frustrado por no lograr sacarnos de nuestras casillas, lo que hace es "sacar bandera blanca", en señal de rendición incondicional, y en un gesto de nobleza y reconocimiento a nuestra estabilidad emocional en ese aspecto, no tan solo nos envía el nombre olvidado, sino también múltiples datos relacionados con ese nombre. Y aprovecho para pedirle a usted que no cometa la tontería de acudir al médico porque se le olviden nombres, porque eso no tiene ninguna importancia. Y también le puede ocurrir a usted que se le olviden otras cosas, y tampoco debe preocuparse mucho, porque así como vimos que existe el olvido activo, también está el olvido pasivo. Nuestro cerebro es como una computadora que posee lo que denominaremos almacenamiento cerebral, entonces, recibe muchas informaciones, pero las clasifica según su criterio, ocurriendo que de manera arbitraria decide considerarlas intrascendentes, banales, insípidas, tontas y hasta ridículas. Y por esa razón las almacena con categoría de pasivas. Y para poder ser "activadas" es imprescindible que nos "refresquen la memoria". Y es algo hasta curioso, porque para nosotros el hecho ocurrido, podíamos haberlo clasificado como relativamente importante. Aprovecharemos para explicar, que ese es el mecanismo que suele ocurrir en los políticos, y por el cual suelen ser mal juzgados, especialmente cuando en campaña son "seductores", o sea, su trato afectivo es histriónico, abrazando, dando palmaditas, etc. Por eso los políticos cuando obtienen posiciones de relevancia, tienen asistentes que les informan antes de recibir a alguien de quien se trata.

2-Equivocaciónes en la lectura. Debemos aclarar que no siempre ocurren lapsus por necedad juguetona de nuestro cerebro, sino que puede ser debido a tozudez nuestra. Así, por ejemplo, es bien sabido que para ocasiones especiales es recomendable que nos auxiliemos del telepronter, dispositivo electrónico que nos permite leer un texto, palabra por palabra con riesgo mínimo de equivocarnos. Sin embargo, aún está en la memoria colectiva de nuestro amado país, el caso de uno de nuestros ex presidentes, quien en su discurso de juramentación, en lugar de usar el telepronter, llevó su disertación escrita en varias hojas, pero como ya conocemos algunas de las características de nuestro cerebro maluco, estas hojas se le desordenaron, ocurriendo un momento muy embarazoso y memorable.

3) Perdernos o extraviarnos en un lugar conocido. Freud cuenta que en una ocasión se extravió y no podía encontrar la dirección adonde se dirigía, lo cual le extrañaba mucho y hasta le mortificaba, porque la dirección era en su mismo barrio, en una calle que él recorría frecuentemente en su coche -carruaje-, así que hizo una introspección -proceso mediante el cual buscamos internamente respuestas a distintas vivencias que nos ocurren-. Y de esa manera, logró encontrar que ese lapsus -olvido activo en este caso- se debía a que precisamente en esa calle, poco tiempo atrás, había acudido a evaluar una señora, y como en esos tiempos él había escrito bastante sobre la histeria, eso influyó para que hiciese un mal diagnóstico de histeria a una señora que estaba teniendo los pródromos -síntomas que anteceden al establecimiento de una enfermedad- de un accidente cerebro vascular (ACV). Y ese error lo convirtió prácticamente en el hazmerreír de esa población. Por eso el temor inconsciente de hacer otra mala evaluación, le hizo incapaz de encontrar la dirección que debía hallar con facilidad.

Lamentablemente, en la actualidad muchos médicos también cometen errores en sus diagnósticos, en la mayoría de los casos, no por incapacidad, sino por la falta de concentración adecuada, cometiendo lo que se conoce como “Yatrogenia”, que son los daños que ocasiona el médico con sus actos, gestos o palabras.

En conclusión, espero y deseo que usted no acuda al médico de manera precipitada, y muy ansioso (a) ante cualquier tipo de lapsus, no tan solo porque ya sabe que son normales, sino porque la mayoría de los médicos cuando reciben pacientes con esas quejas -reiteramos que no son síntomas- suelen reaccionar de manera histeroide, y como si fuesen profanos. Casi inmediatamente le podrían indicar varios estudios radiológicos y muchísimos análisis de laboratorio que usted no necesita en esos momentos. Y peor aún, lo único que se podría conseguir es que usted agote sus magros recursos y que además los medicamentos también innecesarios que podrían indicarle, solo lograrían afectar tanto su riñón como su hígado. Y que lamentablemente se cumpla lo que dice la Biblia: "Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor". (Marcos 5:25-26).

Fíjese que el evangelista Marcos, en lugar de decir que la señora había sufrido mucho por su enfermedad, se lo atribuye a los médicos, que la pudieron ayudar, pero también la empobrecieron.

Así que, si usted acude a los médicos por cualquiera de los lapsus, estos al igual que sucedió con la señora, le dejarán a usted "seco" = empobrecido.

El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército

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