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SIN PAÑOS TIBIOS

La caja de los truenos

El judeocristianismo no hizo más que justificarse y reinventarse sobre viejos mitos. El crimen de Pandora fue desobedecer la orden dada por los dioses y abrir la caja (¿ánfora?) puesta a su custodia, permitiendo que todos los males del mundo quedarán liberados; Eva haría lo mismo en Edén –contradiciendo la orden de Yahvé– al hacer que Adán probará el fruto del árbol del conocimiento.

Los dioses gustan recrear las mismas escenas con diferentes personajes, y dieron a Abinader un triunfo indiscutido que blindó de legitimidad la acumulación de poder congresual y municipal que logró limpiamente. Con todo ese poder en las manos, cual Caja de Pandora otorgada desde el cielo, lejos de guardarla y protegerla, decidió abrirla para compartir con sus fieles los frutos de un poder logrado entre todos; pero, al hacerlo, recreó el error primigenio y salieron de la caja las fuerzas destructivas del poder recién logrado.

Al decir que no iba en 2028 y confirmar su afirmación con un candado constitucional auto impuesto, liberó los demonios del ADN perredeísta contenidos disciplinadamente bajo su mano férrea durante cuatro años; y ahora campan a sus anchas las apetencias de algunos –y las legítimas aspiraciones de otros– con el hecho de que en el partido de gobierno están dadas las condiciones para una lucha fratricida de cara a la próxima candidatura presidencial.

En los hechos, sólo tres candidatos van en el carril del centro: Carolina, David y Yayo. Las demás aspiraciones y proyectos aún se sitúan muy en la periferia; y, más allá a que de cara a una candidatura unificada en 2028 que se traduzca en un gobierno compartido es imperativo aspirar –aunque se coquetee con el absurdo–, para después renunciar y negociar; lo cierto es que, desbloqueada la candidatura presidencial y despejado el camino en términos constitucionales, el mayor desafío del gobierno será gestionar en [y desde] el poder la lucha por el poder, sin sacrificar la eficiencia de la gestión y las posibilidades de repetir.

Abierta la Caja de Pandora y liberados los demonios de la lucha por la candidatura presidencial del partido de gobierno, el desafío de Luis será controlar los proyectos presidenciales en ciernes, administrar con equidad las apetencias y garantizar que los recursos del Estado no sean utilizados. No sólo porque el presupuesto público no puede financiar iniciativas políticas particulares, sino porque podría traducirse en competencia desleal hacia lo interno, en función de los manejos presupuestarios de cada quien.

Mientras David apuesta a forzar con encuestas externas y opiniones públicas favorables la candidatura; Yayo trabaja para construir desde adentro –voto a voto– la fortaleza necesaria para competir afuera; y Carolina aún no tiene la estrategia clara.

El tiempo dirá, y no Luis, quien tendrá la razón. Mientras tanto, los demonios del poder sobrevuelan sobre la caja abierta, y no hay fuerza humana capaz de hacerlos entrar de nuevo.

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