Cuidar cuidándose en Navidad

Cuidar es un rasgo innato humano, es el “modo humano de ser”, da fundamento a la existencia humana. Cuidar supone conocer y valorar lo que somos y tenemos, y entender que el torrente del bien no puede detenerse en nosotros. Cuidar es reconocer que la vida es precaria y que hay que obrar en consecuencia. Hay que cuidar el cuerpo y su salud; el alma y su virtud; la familia y su unidad; la sociedad y su justicia; la creación y su desarrollo.

En las Sagradas Escrituras, el cuidado es, en primer lugar, la solicitud que se pone en la ejecución de un trabajo o de una misión. Por ejemplo, en el Génesis: “…tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara”; en la Carta a los hebreos: “Obedezcan a sus líderes espirituales y hagan lo que ellos dicen. Su tarea es cuidar el alma de ustedes y tienen que rendir cuentas a Dios”.

Aprender a cuidar es, entonces, un acto de responsabilidad y de gratitud a Dios y a quienes nos hacen el bien; es una actitud de misericordia, de compasión y de amor. Y, de hecho, ¡cuánto amamos a quienes nos han cuidado! Sostenía el dramaturgo español Jacinto Benavente que “Al verdadero amor no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece”, es decir por, cuidado.

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