el bulevar de la vida
Abinader: Entre Julio César y Hernán Cortez
Es un mandato sociológico irrefutable. Cuando están en malas, los ricos dan una fiesta y, si es diciembre, los gobiernos -además del sarao- aprovechan para sacar a pasear la bandera que, como se sabe, mientras más se exhibe menos se respeta. ¿Do you know?
Somos un país aplazado en sus urgencias decimonónicas y vamos ya por el siglo XXI. Desde 2004 y antes, cada vez que aquí se hablaba de la necesidad de una reforma fiscal dispuesta a revisar una a una las utilidades y conveniencias de las exenciones fiscales, los presidentes de entonces huían temerosos de los malos juegos de la plutocracia nacional, “la aristocracia del barrio”; o hacían “mutis por el foro” cada vez que algún organismo internacional, (FMI, BID o Banco Mundial) les advertía del peligro de nuestro déficit fiscal, de nuestro peligroso nivel de endeudamiento.
Así andaban las cosas en el país (y en un gobierno a quien la amenaza de su origen perredeísta comienza a crearle problemas con aspiraciones alocadas, torpezas inexplicables y novatadas de bachilleres), cuando, como forma de frenar la percepción post electoral de que este es un viejo gobierno nuevo, el presidente Abinader, histriónico, sonriente y sin corbata, “con el pecho desnudo y descubierto”, el pasado domingo decidió “tomar el toro por los cuernos”, como Hernán Cortez (el azuano) “quemar las naves” y, como Julio César, “cruzar el Rubicón” gritando firme “la suerte está echada”, (alea jact est). ¡Y cuídese Ud. de los Brutus, Presidente!)
Abinader ha saltado sin red al poner número a sus metas y promesas, lo que es tan arriesgado como valiente. El mandatario promete para comprometer a su gabinete en asuntos que a mediados de 2028 serán tan verificables como... reducir la pobreza general al 15%, la pobreza extrema a menos de un 1%, alcanzar los US$15,000 de renta per cápita, lograr que la clase media crezca hasta el 50 por ciento.... ¡y que la María Magdalena le inspire y don Dios le ampare!
Lo mejor de nosotros deben ser los otros, Presidente. Y con Manrique, “recuerde el alma dormida/ avive el seso y despierte/ contemplando cómo se pasa la vida”, la vida y dos gobiernos, Presidente. Haga Ud. lo que tenga que hacer y que el funcionario despistado, ciego y sordo en plan Shakira, si se mueve, que no salga en la próxima foto del gabinete de gobierno. Con su permiso.