Banco Central fracasa con tasa monetaria, a pesar de mejoras en la banca

La economía dominicana desde el año 2012 es manejada bajo el esquema de metas de inflación, desde entonces hasta la fecha, el principal instrumento de política monetaria que utiliza el Banco Central es el de la tasa de interés monetaria, con el fin de incidir en el curso de las presiones inflacionarias; constituyéndose así para el sistema de intermediación financiera, e incluso, del mercado de valores, en un referente de corto plazo para sus operaciones y condicionando las decisiones de los agentes de inversión y de consumo.

El Banco Central, en ocasión de la pandemia por la COVID-19, colaboró con el ámbito fiscal para situarse ambos en una postura de tipo expansiva del gasto público y de la oferta monetaria, como una manera de afrontar los desafíos que enfrentó la economía dominicana. Las decisiones fiscal y monetaria hicieron que el primero provocara un mayor déficit fiscal y el segundo, que alimentara las presiones inflacionarias de naturaleza interna, de esa forma la tasa de inflación llegó a alcanzar hasta dos dígitos y por más de tres años se apartó de la meta de inflación, que es de un 4.0 % anual. El incumplimiento de la meta de inflación en forma recurrente, obligó al Banco Central a elevar la tasa de política monetaria hasta situarla a un 8.50 %; una vez controlada la inflación, llevándola dentro del rango meta (3.0 % a 5.0 %), la entidad monetaria inició un proceso de desmonte de su tasa de referencia desde junio de 2023 a noviembre de 2024.

El efecto esperado de la reducción de la tasa de política monetaria del Banco Central, en el actual ambiente de inflación controlada, es la de lograr que las tasas de interés bancaria activa y pasiva, también se inclinaran a la baja; sin embargo, el efecto transmisión ha sido contrario, las referidas tasas de interés bancaria son hoy para los préstamos y para el ahorro más altas que en los tiempos de la pandemia, desdiciendo la evidencia en la literatura económica y además, la empírica, fenómeno que se complica, porque ha echado por tierra no solo la magnitud de las tasas que debieron bajar, sino, también a la velocidad en que debió ocurrir.

Para mayo del 2023 la tasa de interés monetaria del Banco Central se situaba en un 8.50 %, el inicio del descenso ocurrió en junio, al ser colocada en un 8.0 %, posteriormente en julio del mismo año fue reducida, situándola en un 7.75 %, continuó disminuyendo hasta ubicarse en un 7.0 % en diciembre, luego de permanecer 8 meses ese nivel, en septiembre de 2024 fue reducida nueva vez a un 6.7 5 % y ya para noviembre de este año se encuentra a un 6.25 %; de manera que ha sido reducida en 2.25 puntos porcentuales o su equivalente de 225 puntos básicos.

Los referidos descensos de la tasa de referencia del Banco Central, fue la postura monetaria adoptada que invitó al sistema de intermediación financiera a hacer lo propio, considerando que también la tasa de inflación de la economía se encuentra controlada desde hace meses. La transmisión hacia la economía dominicana hasta finales del 2024 no se ha logrado, ante la infectividad de los canales de transmisión que lo constituyen las tasas de interés bancaria. En cuanto a la activa promedio ponderada, al momento de iniciarse la reducción de la tasa monetaria se encontraba en un 12.41 % (junio 2023), en vez de iniciar su descenso, lo que aconteció fue lo contrario, su trayectoria en términos tendenciales ha ido en aumento, al situarse en 13.60 % en diciembre de 2023, para luego ubicarse en septiembre de 2024 en un 15.63 % y el promedio de los últimos 21 días de noviembre a un 16.20 %, incrementándose en los extremos del tiempo considerado en 3.79 puntos porcentuales o su equivalente a 352 puntos básicos.

A la par de lo que le ocurre a la tasa de interés activa, también le acontece a la tasa de interés pasiva de los bancos, pasando de 9.50 % en junio de 2023 a un 10.29 % en las tres primeras semanas de noviembre de 2024, indicativo de un incremento equivalente a un 1.4 puntos porcentuales. La reacción de las tasas bancarias hacia el alza, contraviene lo que procura la reducción de la tasa monetaria del Banco Central, lo que permite afirmar, que luego de 15 meses o un año y 3 meses del cambio de postura monetaria, su principal instrumento no ha sido efectivo ni en términos de las magnitudes de las tasas de interés ni tampoco en términos de la velocidad con la que debía haber tenido un efecto traspaso positivo a favor de la economía, estas son razones para afirmar que el objetivo de la entidad monetaria puede ser tipificado como un fracaso en el intento y en la larga espera.

Mientras estamos en presencia de los efectos contraproducentes del traspaso de la tasa monetaria, la banca dominicana ha elevado su grado de eficiencia, medido por su margen de intermediación, el que previo a la pandemia (2019) era de un 6.31 %, para el promedio del año 2024 es de un 5.51 %. Al reducirse el margen de intermediación, puede indicarnos que el costo de transformar depósitos en préstamos, es una señal de mejoría en la eficiencia del sistema bancario dominicano, favoreciendo de esa manera el ahorro del público hacia la inversión.

El hecho de que el margen de intermediación financiera haya disminuido en un ambiente de inflación controlada, debería ser el mejor de los escenarios para que el efecto transmisión de la tasa monetaria pueda ser exitoso; sin embargo, la evidencia presentada nos indica lo contrario, el Banco Central no ha podido hacer de su principal instrumento de política monetaria un recurso útil, una muestra inequívoca de que las causales del efecto contrario del aumento de las tasas de interés bancaria, aún se encuentran del lado de la cancha de la referida entidad monetaria.

El desafío es enorme para el ámbito monetario, pues al revisar los agregados monetarios (hasta 14.0 % el M1 y 15.0 % el M2) del 2024, ambos anualizados al 18 de noviembre del corriente año, se encuentran en niveles inferiores (2.0 % M1 y 8.2 %) a lo que tiene consignado el programa monetario, lo que podría sugerir que, habiendo crecido el PIB en el nivel previsto, pueda que la economía esté presentando grado de liquidez por debajo de lo que la dinámica económica está demandando.

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