Ecos de una epidemia
El período comprendido entre 1990 y 2005 marcó una etapa crucial en la historia de la pandemia del VIH/SIDA. Durante estos años, la expansión de la infección alcanzó niveles alarmantes, mientras los avances científicos ofrecieron esperanzas de control. Sin embargo, el progreso estuvo acompañado por obstáculos significativos, incluyendo el negacionismo y la emergencia del concepto de estigma al VIH.
A principios de los años 90, el VIH/SIDA había pasado de ser una enfermedad malentendida a una pandemia reconocida como una crisis de salud global. Según estimaciones de ONUSIDA, en 1990 había aproximadamente 8 millones de personas viviendo con VIH, cifra que aumentó a más de 40 millones para 2005. Las regiones más afectadas incluían África subsahariana, y se observaban brotes preocupantes en Asia, Europa del Este y el Caribe.
A pesar del impacto devastador, los esfuerzos globales comenzaron a fortalecerse en esta etapa. Se crearon organizaciones como el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (2002), y se lanzaron iniciativas como el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR, 2003). Estas iniciativas buscaban ampliar el acceso a antirretrovirales (ARV), reducir nuevas infecciones y mitigar el estigma asociado al VIH. Solo hasta el 2003, en nuestro país las personas viviendo con VIH pudieron acceder al tratamiento, casi dos décadas después de la identificación del agente causal del SIDA.
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