enfoque
Los psicólogos educativos
Hace unos días circulaba la noticia sobre el maltrato verbal y físico de un estudiante hacia su docente, en presencia de otros estudiantes. Esto llamó la atención y llenó de indignación a muchas personas que vieron el hecho. ¿Cuándo la escuela dejó de ser el segundo espacio más importante para la vida de un estudiante y un docente?
La violencia escolar es uno de los principales problemas que necesitan estar en la agenda pública. Más que mostrar lo mal que podemos estar, es necesario ponerle atención, para que sea intervenida de forma más efectiva. Cuando una figura de autoridad ejerce violencia sobre alguien vulnerable es llamada violencia descendente. Esta era muy común, mientras que era poco probable ver la violencia ascendente; sin embargo, hay un repunte de esta modalidad y nos tocó verlo en el municipio de Tenares. Como sociedad debemos hacer un alto y poner atención a las conductas violentas en los entornos educativos. Últimamente, notamos como el número de casos de violencia ascendente se visibiliza más.
La violencia tiene un efecto de contagio y de activador, lo que nos debe llevar al repensar de las prácticas sociopedagógicas y las metodologías. Un entorno donde los estudiantes no guardan respeto a las normas institucionales puede llevarlos a convertirse en agresores, aun siendo menores de edad. Existen diferentes teorías que sustentan algunas causas sobre la generación de la violencia en los centros educativos. Algunas de ellas pueden estar asociadas a la baja disciplina efectiva, a problemas en el sistema familiar del estudiante, a la presión de grupo, a problemas emocionales, estrés académico, influencia de modelos negativos, reforzamiento o reconocimiento en redes sociales, por la exposición y la falta de liderazgo, entre otras.
Las conductas violentas en los entornos educativos deben hacernos ocupar el tiempo de forma más efectiva, crear espacios de buen trato y sana convivencia, hacer que los principales actores estén empoderados y cuenten con las herramientas socioemocionales para dar respuestas a los retos que vivimos como sociedad.
Urge más empoderamiento de los psicólogos educativos y del equipo de gestión. Un psicólogo puede orientar y brindar conocimientos teóricos, metodológicos y/o implementar técnicas para la comprensión e intervención de las situaciones relacionadas con la vida académica. Se necesitan psicólogos que ayuden a la comunidad educativa en la toma de decisiones y a ofrecer respuestas asertivas y autorreguladas.
Se recomienda crear programas de psicoeducación con carácter continuo, crear proyectos de concienciación y manejo de resolución alternativa de conflictos para estudiantes y docentes; animar discusiones reflexivas y críticas donde se busque la mejora de la convivencia; invitar a los padres y a la comunidad como aliados para transformar las relaciones; y contar con un psicólogo educativo que pueda estar vigilante ante patrones de conductas inapropiadas, para intervenir a tiempo.
Volvamos a vivir en la escuela como un ambiente seguro y respetuoso, trabajando para el bien común.
La autora es Educadora, terapeuta y decana de la Facultad de Humanidades y Educación de la UNPHU