El Taíno: en la Zona Colonial, un centro cultural fascinante
La conducta biológica y humana común es procurar permanencia y gratificaciones. Satisfacciones a los intereses, vocaciones y visiones propios. O actuar procurando ventajas exclusivas, participando en lo que renta. Para hacerlo, cada individuo o grupo social, desde sus roles íntimos o familiares, públicos o corporativos, activan estrategias y realizan actividades relacionadas a sus vocaciones y fortalezas.
Sin embargo, cuando la gente o las instituciones se mueven procurando satisfacciones y auto percepciones derivadas del beneficio que a favor de otros construyen, sean personas, comunidades o naciones enteras, estamos frente a una conducta altruista. También frente a una propensión a la realización que se logra facilitando la de otros, característica distintiva de las personas y entidades socialmente constructoras.
Desde que Elinor Ostrom publicara, en 1990, sus consideraciones y estudio sobre el gobierno de los bienes comunes, el tema de regular los modos, vías y dimensiones válidos para garantizar el uso común de lo colectivo adquirió relevancia y cifró en regulaciones que vinieron a perfilar los aspectos fundamentales que el Estado social se obligaba a garantizar a favor de los ciudadanos.
Una obra así —que por demás exponía la evolución de las instituciones de acción colectiva— rastreaba, en diferentes sociedades, modelos conductuales individuales y colectivos desde los cuales partir para validar el diseño de propuestas informadas al respecto.
La cultura brilla entre los bienes colectivos y, además, como entorno en que actúan imaginarios y valores también de propiedad general. De tal modo, la interacción con la cultura desde cualquier interés privado o individual se valida sólo cuando se reputa de oportunidad para colectivizar más lo colectivo, a través, naturalmente, de incursiones de importancia en la gestión sectorial.
Es lo que ha hecho el Banco Popular al remozar la Casa del Cordón, en la zona colonial, acreditada como la primera vivienda privada construida al estilo europeo y en piedras en el Nuevo Mundo por el acaudalado Francisco de Garay (n. 1475 - †1523) y convertirla en Centro Cultural Taíno.
En palabras llanas, el Popular, que ha atesorado una gran colección de objetos taínos y auspiciado la realización y publicación de investigaciones sobre los primeros pobladores de la Española, decidió transformar la hermosa “Casa de Garay” en un centro cultural, acogiendo y compartiendo en él, con los nacionales y visitantes, la singular riqueza de nuestros orígenes taínos y mucho más, mediante piezas de inestimable valor histórico, cultural, estético y económico, procedentes de colecciones propias y de terceros.
Como resultado, se expone allí una colección regia, variada y vasta; de una riqueza y belleza generalmente desconocidas, al menos en los detalles de ingenio, imaginación y solución utilitaria eficiente que los museógrafos han logrado percibir, expresar y hacer sentir a los visitantes, dándoles la oportunidad de apreciar el valor incuestionable de cada objeto y pieza al observarlas juntas, al columbrar su función, todo como efecto de haber sido analizadas, clasificadas y expuestas con una elegancia y postura que provocan la exclamación ¡Hurra!
Las piezas o reductos de piezas taínas, resultados de descubrimientos, hallazgos, adquisiciones y préstamos, son descritos mediante fichas redactadas con un lenguaje accesible y preciso. Juntos logran reconstruir con poética y casi romántica certeza el perfil vital probable de unos ancestros diezmados casi hasta la extinción por las crueldades de la colonización y los efectos devastadores del intercambio de enfermedades endémicas entre los dos grupos humanos involucrados.
Que el Banco Popular dedique un patrimonio suyo tan valioso, la Casa del Cordón o de Francisco Garay, al resguardo de los objetos y la memoria de aquella cultura forjada por quienes pusieron piedras sobre piedras hasta erigir ese edificio con el precio de su muerte, nos parece una cínica metáfora del tiempo y el efecto de un Karma ineludible y poderoso.
El Centro Cultural Taíno Casa del Cordón ofrece la belleza singular de una arquitectura limpia y racional; unos espacios iluminados y ventilados y un espíritu de orden y elegancia que se cifra en la autenticidad de lo valioso.
A cada período de la evolución de los primeros habitantes de la Isla y la cultura taína el Centro dedica espacios específicos para concluir con una apoteosis en la sala dedicada al rito de la cohoba con una pieza magistral y de singular importancia encontrada en Bahoruco.
Quien suscribe tuvo el honor de llegar al Centro Cultural Taíno cuando el grande y admirado Manuel García Arévalo recibía a un grupo de visitantes y les impartía una visita guiada, la cual se disfrutó.
Atravesando el patio, el Centro acoge una sala de exposiciones temporales en la cual se muestran importantes piezas de arte dominicano contemporáneo procedentes de la colección institucional, ahora ofrendadas para el disfrute y edificación cultural del público.
Un lugar acogedor y de una virtud museográfica, cuya espectacularidad resulta de la sobriedad y elegancia de sus soluciones como de la ambientación de la vida taína desplegada en la intimidad que la museografía crea entre piezas y espectadores; y en los murales vivenciales realizados por el ilustrador español Arturo Asensio Moruno, quien con la libertad de Géricault da pasos entre Renoir, Gaugin, Matisse y Soroya.
Un centro cultural que no se limita a su enfoque principal, que era necesario y esperamos que mantenga una vibrante actividad.