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Entre peleas y las elecciones…

Jake Paul y Donald Trump son maestros en transformar atención en poder. Aunque sus trayectorias parecen distintas, comparten una habilidad excepcional para convertir la controversia y el espectáculo en motores de sus imperios.

Jake Paul, creador de contenido en plataformas como Vine y YouTube, revolucionó el boxeo al convertir cada pelea en un evento mediático. Tras perder su contrato con Disney, transformó sus fracasos en oportunidades, conectando con una audiencia joven que valora lo auténtico sobre lo pulido. Sus peleas son más que deportes; son espectáculos diseñados para generar viralidad y controversia, aspectos clave en la era de la transparencia.

Por su parte, Donald Trump aplicó esta fórmula al ámbito político. Con “The Apprentice” como trampolín, cada mitin y entrevista se convirtió en un show mediático. Sus declaraciones controvertidas y su estilo desafiante no solo movilizaron su base política, sino que lo posicionaron como un "outsider" dispuesto a romper el sistema.

Ambos destacan por construir ecosistemas que amplifican su impacto. Paul lo logró con negocios como Most Valuable Promotions y Betr, una plataforma de apuestas que captura a audiencias con poco tiempo de atención. Incluso su línea de productos sigue esta lógica, con marketing auténtico que genera millones en ventas.

Trump, en la política, utilizó su imagen y declaraciones para dominar la conversación pública, manteniéndose relevante y ampliando su influencia. La controversia, lejos de debilitarlos, alimenta sus narrativas y refuerza su conexión emocional con sus públicos.

Estas estrategias han transformado sus industrias. Jake Paul ha reconfigurado el boxeo, atrayendo a audiencias jóvenes y menos tradicionales. Trump revolucionó la política estadounidense, priorizando la conexión emocional sobre las credenciales.

Ambos ejemplifican un cambio en cómo consumimos información. Sus éxitos nos recuerdan que la atención, gestionada estratégicamente, es el recurso más valioso en la era digital.

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