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El futuro del Medio Oriente

Durante este último año, Israel se ha encontrado en un conflicto cada vez más complejo y difícil, luchando contra los representantes de Irán, principalmente las organizaciones terroristas Hamás y Hezbolá. Estos grupos representan ideologías extremas y sirven como instrumentos de la influencia iraní en el Medio Oriente. En los últimos meses, esta situación ha escalado hasta convertirse en una confrontación directa entre Israel e Irán, poniendo de relieve las tensiones duraderas que han estado latentes durante años.

Durante décadas, dos vías geoestratégicas paralelas han dado forma a la región de Medio Oriente: una de destrucción y otra de paz.

El primero, un camino destructivo, ha sido impulsado por el régimen de los ayatolás en Irán. La estrategia de este régimen ha sido exportar su ideología extremista a todo el Medio Oriente, interviniendo y desestabilizando la política interna de sus naciones. El objetivo de Irán es ampliar su influencia mientras busca, activamente, la destrucción de Israel. Para lograrlo, Teherán ha brindado apoyo y financiamiento inquebrantables a sus representantes en todo el mundo árabe: desde Hezbolá en el Líbano hasta Hamás en Gaza, desde Siria hasta Yemen e Irak.

En esa misma línea, su estrategia de atacar a Israel desde las fronteras de los países vecinos no tiene en cuenta la seguridad, la estabilidad o el bienestar de esas naciones. Por ejemplo, desde el comienzo de la guerra, Hezbolá ha lanzado miles de cohetes hacia Israel, sin importarle el bienestar del pueblo libanés.

Justo antes de los horribles ataques del 7 de octubre de 2023, hubo avances prometedores hacia la normalización entre Israel y Arabia Saudita.

Justo antes de los horribles ataques del 7 de octubre de 2023, hubo avances prometedores hacia la normalización entre Israel y Arabia Saudita.ARCHIVO/LD

El segundo camino es el de la paz, estabilidad y cooperación, liderado por Israel y una coalición de estados árabes moderados. Además de los acuerdos de paz de larga data con Egipto (1979) y Jordania (1994), hace cuatro años los Acuerdos de Abraham marcaron el comienzo de una nueva era de normalización entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos. Estos acuerdos crearon un marco para la estabilidad regional y la colaboración económica, sentando las bases para un nuevo Oriente Medio.

Justo antes de los horribles ataques del 7 de octubre de 2023, hubo avances prometedores hacia la normalización entre Israel y Arabia Saudita. Lamentablemente, esos ataques no sólo causaron enormes pérdidas y sufrimiento, sino que también lograron detener ese proceso de paz, aunque sólo sea temporalmente.

Ahora que nos encontramos en una guerra que se nos ha impuesto, nuestro objetivo inmediato es claro: traer a casa a los 101 israelíes secuestrados, restaurar la seguridad y la estabilidad en nuestras fronteras norte y sur y garantizar la paz para todos los ciudadanos de Israel. A pesar de la oscuridad de estos tiempos, todavía creemos en la paz.

El camino hacia la paz sigue siendo posible -también con los palestinos- cuando sus dirigentes estén dispuestos a reconocer el derecho de Israel a existir, a través de negociaciones directas. La paz no se puede lograr mediante resoluciones de la ONU o retórica inflamatoria. Debe lograrse a través del diálogo, el respeto por los derechos mutuos y la valentía de ir más allá del odio.

La paz no es sólo una esperanza, es un imperativo. Se lo debemos a las generaciones futuras seguir trabajando por ello, por muy lejano que parezca hoy.

El autor es embajador de Israel en RD

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