EN ESPECIAL
RD sola ante el derrumbe de Haití
El desprecio es tan grande, que hasta los intervencionistas de vocación rehúsan asomar al empobrecido territorio haitiano. Los grandes, después de intensos reclamos de auxilio, miles de muertos, violaciones y secuestros y que los vecinos se convirtieran en “una amenaza migratoria para la región” decidieron desplegar 2, 500 policías internacionales, pero solo ha llegado a ese territorio 430 “hermanos de piel” (430 kenianos y el resto de Bahamas, Belice y Jamaica) y 85.3 millones de dólares, para alegría de las bandas armadas y desgracia de la República Dominicana.
El Consejo Presidencial de Transición, creación de la ONU, asumió tambaleante en abril y sigue permeado por contradicciones e intereses grupales que dificultan la permanencia de un primer ministro y el resto de los integrantes del gobierno. En los cambios del sábado último solo 8 de 18 pudieron conservar sus cargos.
Las bandas armadas han aprovechado el timorato apoyo internacional y las debilidades de la autoridad gubernamental y han intensificado sus acciones de violencia, hasta la temeridad de atacar a tiros aviones comerciales de aerolíneas norteamericanas en el aeropuerto de Puerto Príncipe, sin provocar una reacción proporcional de los que invadieron países, alegando “salvar vidas” estadounidenses. RD es una de las víctimas de aquellas excusas.
La administración Biden que se comprometió con aportar 300 millones de dólares al proyecto, se ha limitado a proponer en la ONU transformar en una fuerza de mantenimiento de paz de ese organismo, el actual despliegue de apoyo para la seguridad de Haití en el entendido de que garantizaría un financiamiento regular de la operación.
China y Rusia recelan de la fórmula y a principios de este año posibilitaron el actual esquema absteniéndose de votar en el Consejo de Seguridad (uno de los dos países que votara en contra tumbaba la propuesta). La agencia AP, citando fuentes diplomáticas, informó que Rusia pidió una reunión informativa para este miércoles, víspera del plazo que planteó Estados Unidos paras las objeciones de su sugerencia, que luce de difícil aprobación y que de aceptarse tardaría meses su ejecución, en un momento de transición presidencial. El presidente electo Trump y su señalado canciller, Rubio no lucen que abonarían ese camino.
La ONU le ha salido cara a Haití: más de 10 mil muertos por introducción del cólera, violaciones, embarazos a menores en su más reciente intervención directa del 2004 al 2017. Cuando los haitianos reclamaron sanciones e indemnizaciones por los crímenes, el organismo utilizó todo su poder e influencia para salir “not guilty”.
Leslie Voltaire, presidente del Consejo Presidencial de Transición admite que Haití vive “en una situación de parálisis casi total de la vida económica y social”.
A partir de este incierto panorama, la hoja de ruta delineada por el nuevo primero ministro haitiano Alix Didier Fils-Aime de “restablecer la seguridad, responder a la emergencia sanitaria, relanzar la economía y preparar elecciones” resulta imposible.
La inseguridad, hambrunas, emergencia sanitaria provocan constantes desplazamientos internos y hacia República Dominicana, pese a que el presidente Abinader anunció y ha reiterado con firmeza que continuarán las deportaciones con la meta de 10 mil expulsiones semanales.
El desafío para el país es creciente ante la indiferencia internacional hacia Haití y las repercusiones que genera en algunos sectores productivos la campaña de persecución contra indocumentados haitianos, tema planteado formalmente por el ministro de Agricultura, Limber Cruz y el expresidente Hipólito Mejía.
Un problema fundamental es la corrupción de militares y civiles en frontera, que atenta contra la política oficial de deportaciones.
Si son apresados en vehículos, el negocio sigue su agitado y provechoso curso de papeletas.