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EN ESPECIAL

¿Abulia o temor a nuevos rechazos?

La esperanza es que el gobierno esté centrado en una profunda discusión para reencauzar la vida económica nacional, tras el retiro de la reforma fiscal. Uno no quiere pensar en abulia o temor a otro rechazo. En simple eliminación de los proyectos que carezcan de fondos de sustentación.

Los 110 mil millones de pesos que buscaba el gobierno con el frustrado proyecto implicaría inversiones en obras de infraestructura, seguridad ciudadana, aumentos salariales y mayores recursos a programas sociales, 11 mil millones para los ayuntamientos y 18 mil millones para inversiones en el sector eléctrico, entre otras.

El presidente Luis Abinader anunció el retiro del proyecto de “modernización fiscal” el 19 de octubre por falta de consenso, entendiendo que escuchar es un signo de fortaleza y adelantó que la decisión implicaría ajustar el alcance de los planes de desarrollo y construir alternativas aceptables.

El 28 de octubre, al finalizar una sesión del Consejo de Ministros y Directores, José Ignacio Paliza, ministro de la Presidencia y presidente del oficialista PRM presentó como positivo el repaso al perfil económico actual del país que se realizó en el encuentro. “Así como se ha sacado adelante el país con limitaciones fiscales durante los últimos cuatro años, el presidente Abinader seguirá haciéndolo”, precisó. Este concepto ha sido repetido en varias ocasiones por el mandatario.

Paliza dijo que “oportunamente, los organismos y el equipo económico” anunciarían algunas alternativas, pero hasta ahora solo conoce la promesa de atacar la evasión, mejorar el gasto público y la reciente cancelación de la licitación del Tren Metropolitano, que se replantearía bajo el modelo de alianzas público-privada. Traducción: olviden eso.

Esa obra, que conectaría el centro de la capital con el aeropuerto Las Américas y 30 áreas urbanas, era parte de la ampliación del sistema del transporte del país que incluye el Teleférico de Santo Domingo Oeste, Tranvía de Santo Domingo, Tren de San Cristóbal y el Monorriel de Santiago.

Se rumorea otras suspensiones de proyectos y de planes de repercusión laboral y social, mientras la propuesta presupuestaria del 2025, duerme en el Congreso Nacional a la espera de su reestructuración.

Sectores productivos, que se oponían al tipo de reforma planteado por los técnicos gubernamentales han expresado preocupación por la falta de otra propuesta y en la oposición política, que enfrentaron por todos los medios al gobierno, elevan el tono de las críticas y mantienen cuestionamiento a la baja inversión pública y al alto endeudamiento.

Lo que inquieta en la distancia es que el gobierno luce paralizado, con inauguraciones menores y sin la claridad suficiente para un vigoroso relanzamiento.

Las decisiones son fundamentales ahora, antes de las comidas y las fiestas navideñas para que sea menos dolorosa o al menos transitada con mayor certeza la llamada “cuesta de enero”.

(Por cierto, hay que prevenir excesos en un momento de ingresos limitados, pero las diversiones, fiestas moderadas de los empleados públicos no deben ser eliminadas).

Peor que una mala decisión es la indefinición, la sensación de que se desconoce el rumbo, que los gobernados perciban que se teme gobernar.

El presidente Abinader renovó mandato con una mayoría excepcional y, esa y el resto de la población, entre los que hay derrotados partidarios y comprensibles irritados e indignados, esperan que el gobierno marque el ritmo.

Este cuatrienio apenas inicia y siempre habrá impugnaciones a decisiones oficiales.

El miedo a equivocarse no puede instalarse en el gobierno. Deben evitar las emociones e improvisaciones, pero una vez madurada y adoptada una posición, tienen que asumirla con todos sus riesgos.

Claro, todos los perremeistas y aliados que ejercen funciones oficiales deben estar dispuestos a mojarse…

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