enfoque: Internacional
Un error grave en la campaña electoral de Trump
Mientras los estadounidenses votaban por su próximo presidente, por correo, en votaciones anticipadas o el último día del sufragio, el 5 de noviembre, las encuestas indicaban que la contienda electoral siempre estuvo muy reñida.
La encuesta más reciente al momento de escribir esta columna, una encuesta de Reuters-Ipsos, divulgada el 29 de octubre, le daba a la aspirante demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, una ventaja muy ligera sobre el candidato republicano, el ex presidente Donald Trump. Harris tenía una intención de voto del 44 por ciento, frente al 43 por ciento de Trump. Un solo punto de ventaja, que caía dentro del margen de error del sondeo. La contienda electoral, en efecto, se mantuvo muy cerrada hasta el último momento.
Y se mantuvo reñida a pesar de errores cometidos en la campaña de Trump que deberían haberle restado muchos más puntos en la intención de voto, como su constante rechazo a los inmigrantes que entran por la frontera sur, a los cuales no ha vacilado en calificar de criminales. Sus acusaciones carecen de fundamento, ya que la tasa de delitos entre los inmigrantes es inferior a la de los nacidos aquí, y el aporte que dan a la economía nacional es invaluable.
El error posiblemente más insultante tuvo lugar el domingo 27 de octubre en una concentración de la campaña de Trump en el célebre estadio Madison Square Garden, en Nueva York. Miles de partidarios del ex mandatario acamparon la noche anterior en la calle, a pesar del frío, para asegurar su entrada al multitudinario evento.
En el Madison Square Garden, varios aliados enardecidos de Trump pronunciaron comentarios ofensivos sobre hispanos e inmigrantes, y también sobre los palestinos. El disparate racista más señalado fue obra de un (mal) comediante llamado Tony Hinchcliffe, quien dijo que Puerto Rico era “una isla flotante de basura”, aparte de insultar a inmigrantes y otros extranjeros.
Puerto Rico, ocupado por las tropas norteamericanas en 1898 tras la guerra contra España, es un Estado Libre Asociado de Estados Unidos. Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses, y aunque los de la isla no pueden votar en elecciones presidenciales, los que residen en Estados Unidos sí. En los estados continentales de la Unión viven unos seis millones de boricuas. Su peso demográfico es notable en ciudades como Nueva York, donde desde hace muchas décadas se ha asentado una numerosa comunidad puertorriqueña que ha dado y sigue dando un aporte extraordinario a la economía, la enseñanza, el periodismo, las artes y la vitalidad de la urbe y de la nación.
Al parecer, Trump se dio cuenta inmediatamente del error cometido por Hinchcliffe, y trató de desligarse del comentario racista. Sin embargo, Trump no ha cambiado su postura de rechazo a la inmigración, sobre todo a la indocumentada, un rechazo que ha radicalizado en estos meses de contienda por la Casa Blanca, sabiendo que su xenofobia tiene eco en una parte nada despreciable del electorado.
El evento del Madison Square Garden puede haberle restado puntos entre muchos electores, pero otros lo aplaudieron. Lo aplauden incluso muchos latinos, que por tener la ciudadanía o la residencia permanente en Estados Unidos, creen que están a salvo de los ataques de Trump porque no son indocumentados. Vana ilusión: el plan de deportaciones masivas de Trump afectaría a muchas más personas que los inmigrantes sin papeles. Los perfiles raciales que se usarían para descubrir a los indocumentados pondrían a muchos latinos, indocumentados o no, en la mira de las autoridades. Y las familias donde la situación migratoria de uno o más miembros es irregular, podrían sufrir penosas separaciones.
Los comentarios insultantes de sus partidarios en el Madison Square Garden fueron un grave error electoral. Pero Trump apostó por el numeroso sector de votantes que rechazan la inmigración de América Latina, y en general del Sur Global. Lamentablemente, su mensaje tiene una gran influencia en un numeroso segmento de la sociedad norteamericana.