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¿Cuánto de tu felicidad depende de los demás?

¿Alguna vez has conocido a alguien cuyo mayor placer es estar 24/7 disponible para otras personas a expensas de su propia salud emocional?

En este artículo no hago referencia a las personas que tienen una alta vocación de servicio sino a aquellas personas que manejan un apego ansioso o inseguro hacia otra, que va más allá de ser solidarias, evidenciando una dependencia excesiva condicionada a cuanto pueda ayudar a solucionar las dificultades de los otros, aún en detrimento de su propia estabilidad emocional.

La primera vez que escuché hablar de Codependencia Emocional fue en un diplomado que realicé sobre Adicciones, donde un profesor la definió en término coloquial como: “la necesidad de que te necesiten”. Yo que a veces lo que quiero es librarme de eso, me era difícil aceptarlo, sin embargo, reconozco que existen personas que buscan darles a sus vidas un sentido de valor a través de la necesidad de ser necesitadas.

Las personas codependientes se enfocan en los problemas de los demás, reafirmando que cada intervención es un acto de amor, y se justificaran a través de excusas: “complacer constantemente no tiene nada malo”, “esa persona está sola y no tiene a nadie más que a mí, “toda persona debe estar disponible para los demás”.

En las relaciones codependientes el rol de “salvador “es más que una máscara para que el codependiente se sienta útil y valioso, lo que le permite ocultar sus propias inseguridades y carencias; buscando la validación fuera de sí mismo afectando su autocuidado e incluso su propia identidad.

Un aspecto peligroso de este patrón es que la persona codependiente necesita que la otra parte inconscientemente experimente dificultades para poder intervenir. Así, su papel de “ayuda” se convierte en un ciclo donde nunca permite que el otro aprenda a resolver sus problemas, o desarrolle su propia autonomía; todo lo contrario, sentir que la otra persona avanza sin su ayuda, le generaría ansiedad puesto que esto implicaría, de alguna manera, perder su propio sentido de propósito.

No es fácil para las personas “enganchadas al rescate” salir de esa situación sin el apoyo terapéutico de un profesional. Lo primero es comenzar a reconocer o identificar que este tipo de relación no se basa en una conexión real o en la empatía, sino en una dependencia emocional donde ambas partes juegan papeles predefinidos.

Sin embargo, con el tiempo, esta relación se convierte en una trampa para los implicados. La persona ayudada puede generar resentimiento hacia el codependiente por no permitirle ser independiente, mientras que el codependiente puede experimentar frustración al ver que sus esfuerzos no generan el resultado deseado.

La verdadera superación de la codependencia implica un viaje de autoconocimiento, autovaloración y libertad, donde los límites deben quedar claros; donde el valor personal ya no dependa de la necesidad de ser necesitado, sino del descubrimiento de una identidad propia y auténtica.

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