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VIVENCIAS

No toda orden se cumple

Los cuerpos armados responden a una organización piramidal, presuponiendo dos elementos fundamentales, uno superior representando la autoridad jerárquica, con sus atribuciones, y otro inferior representando la subordinación, manifestada en el deber de obediencia, cumpliendo las órdenes dadas por el superior que es consecuencia natural de la existencia de un régimen jerárquico.

Podría justificarse en ese ámbito obedecer órdenes ciegamente, no así en instituciones privadas sean estas deportivas o empresariales. A manera de ejemplo, un ejecutivo de una institución sin fines de lucro se vale de una maniobra o táctica perversa en una reunión, ordenando a su subalterno realizar un acto deleznable, algo tan cotidiano en él que parece normal en gente sin escrúpulos, con una falta de respeto, mentiras y hasta una violencia verbal.

Aquí cabe preguntarse ¿debe el ejecutor realizar una acción perversa por una orden dada por otra persona? Jacinto Benavente en su ensayo Acotaciones escribió que la disciplina consiste en que un imbécil se haga obedecer por los que son más inteligentes.

La mediocridad pesa siempre más en personas que carecen de un juicio de valor que como imperativo moral permite establecer los parámetros para distinguir entre buenos y malos.

El fondo decisivo de nuestra individualidad está tejido de algo que se llama dignidad, que en palabras de Azorín no hay fuerza más alta en el mundo que el espíritu encarnado en un hombre entero.

Nada extraño en gente despersonalizada y sin carácter que se deja instrumentalizar para realizar los deseos de otra, y por tanto deja de creerse responsable de sus propios actos, más si el sujeto en su hoja de vida ha vendido a cuantos lo han comprado.