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SIN PAÑOS TIBIOS

El ganador se lo lleva todo

Contra todo pronóstico, Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Intentar calzar la realidad con advertencias pasadas puede ser un ejercicio de justificación o vanidad, pero, en rigor, lo único seguro en el proceso que culminó ayer, es que no había nada seguro.

Las encuestas y modelos predictivos mostraban un país partido en dos mitades, donde sólo quedaba determinar cuál “mitad” era más grande que la otra. Kamala y Trump fueron a las elecciones con un buen puñado de votos electorales seguros cada uno… El problema estaba en determinar cómo se decantaría la votación en los estados “bisagra”, donde nada era seguro.

Con Trump presidente, toca analizar con frialdad los hechos, nada más. La victoria presidencial vino premiada: el control republicano en el senado y la cámara de representantes es total, que sumado al “control” ideológico en la Suprema Corte, augura un periodo en donde el hombre más poderoso del planeta tendrá todo el poder, y donde el voto popular alcanzado le otorga legitimidad total.

Vendrán pruebas de fuego para la institucionalidad estadounidense; pero no será la primera vez que la primera y más vieja democracia moderna demostrará de qué está hecha. Los temores son válidos, el republicano no se ha guardado nunca una palabra en su boca. Va de frente y va a por todas, aunque los temores puede que sean exagerados y que en ellos se trate de ocultar la necesidad de autocrítica por parte de sus opositores.

El país se dividió entre quienes estaban a favor de Trump y quienes estaban en contra; y mientras los republicanos golpeaban el tronco, los demócratas se iban por las ramas. La abortada candidatura de Biden desafiaba toda razón y lógica, y fue justo cuando ya era imposible ocultar su deterioro que el establishment partidario se abocó a generar las condiciones del coup d’etat… demasiado tarde.

El “efecto Kamala” fue evidentemente inflado desde los medios afines y por un momento pareció superarle; aunque a la larga, el incombustible Trump demostró que era a prueba de balas discursivas… y reales.

La revisión debe ser integral. Dentro de las filas demócratas hay que identificar qué no conectó con los electores y qué falló en el relato; pero también la prensa y toda la intelligentsia progresista tiene que mirarse al espejo… o tumbarse en un diván y someterse a terapia.

El reconocimiento de las fallas propias constituye el primer paso para su superación, y, a futuro, en nada ayuda cuestionar/descalificar la racionalidad del elector norteamericano. Transitar ese camino es tan de necios como negarse a aceptar lo evidente.

Tiempos aciagos; de guerra comercial, pugnas arancelarias, recortes de gastos; Ucrania y Gaza sobre el tapete; China es observada a lo lejos… y observa. Mientras tanto, en el país podremos dar por sentado que por fin tendremos un embajador.