sin paños tibios
El gobierno perdió el rumbo
El calendario no miente. Faltan tres años, diez meses y once días para que Luis Abinader entregue el poder. Valdría la pena que medio gobierno lo revise, pues, a juzgar por comentarios, lenguaje no verbal y retórica depresiva de algunos, parecería que estamos en junio de 2028 y que Luis debe entregar en dos meses.
El planteamiento cae en la provocación para desde ella, generar autocrítica, introspección, o intentar explicar una realidad incomprensible.
Incomprensible… esa es la palabra precisa para calificar la situación contra cíclica de un gobierno que arrasó en febrero (121/158) y en mayo (presidencia 58%; senado 29/32; diputados 144/190). ¿Cómo explicar entonces la situación que [se] vive [en] el gobierno desde el 16 de agosto? Fecha en que todo el mundo esperaba que el presidente –saldados los compromisos políticos asumidos en 2020–, sobre la base de que no buscaría la reelección en 2028, se dedicaría a gobernar sin ningún otro compromiso que no fuera con la historia; y ha sido precisamente, todo lo contrario.
El presidente no sólo no relanzó el gobierno, sino que lo confirmó cuasi totalmente, refrendando en sus cargos a figuras que debieran estar en su casa o en otros lugares… El segundo gobierno de Luis se siente viejo porque nació viejo. Confundiendo a propios y extraños el presidente echó vino nuevo en odres viejos.
La ratificación de funcionarios incompetentes; el no ascenso de los competentes; y la rotación cosmética de algunos deslució las [escasas] nuevas designaciones. Al no poner el millero en cero desperdició una oportunidad de oro para relanzar el gobierno y dejar en el pasado cualquier falta del primer periodo, endosándosela al segundo.
Mientras las gavetas de Palacio están llenas de decretos por firmar, el gobierno está paralizado y la mayoría de sus funcionarios tampoco entienden qué pasa; o qué puede explicar cómo los últimos dos meses han sido un combatir contra molinos de viento que, más que imaginarios, son consecuencia de las actuaciones del propio gobierno; pues es él –y no la oposición– quien crea los problemas en los que luego se ve metido hasta el cuello… Que ejemplos sobran, la lista es larga, y el manejo de la comunicación estratégica ha sido catastrófico, priorizando “likes” a indicadores, “views” a empatía.
Otra explicación más simple y práctica es que a la brújula que dirigía al gobierno le hayan puesto un imán y perdió el norte, por eso luce extraviado. Ningún mal navegante puede lograr las proezas de Abinader en febrero y marzo, por lo que no debe serle difícil ajustar la brújula y retomar el rumbo… que tiempo le sobra.