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Puente sobre el río Cuaba

Parece un jurásico con el espinazo quebrado bebiendo agua en nuestra gota de río el Cuaba. Ver el puente roto, dicho así, parece recordar el puente sobre el río Kwai, que tiene su historia y que fue llevada al cine, igual que el Cuaba también la tiene aunque no fue llevada al cine, pero sí motivó que un chusco dijera en una ocasión: “Cuai puente sobre cuai río”.

El ferrocarril Sánchez – La Vega fue la obra cumbre del presidente Ulises Heureaux (Lilís), contando con obras únicas en América como el badén del río Yaiba llamado la zumbadora, donde el tren pasaba dentro del río en vez de sobre el río, produciendo un sonido que parecía un silbido de donde surgió lo de zumbadora.

De allí, pasando el puente sobre río Cuaba, la vía del ferrocarril llegaba a La Vega y antes, en su trayectoria, se desviaba en la Cabuya hacia Moca, donde estaba la obra portentosa del viaducto que le dio ese nombre a la ciudad. Y el ferrocarril pasaba sobre el pueblo y todavía está ahí, como una prueba del ingenio y la capacidad de los ingenieros de aquel entonces.

Y no se quedaba ahí. De Santiago hacia Puerto Plata, entonces el túnel único de Altamira, que el ferrocarril pasaba para llegar a Puerto Plata.

Y allá en Puerto Plata, San Marcos, donde el tren bajaba por cremallera hacia el mismo muelle.

“El puente de los presidentes”, así se le llamó al puente de Lilís, porque desde que se construyó, en el siglo XIX hasta más allá de la mitad del siglo XX, todos los presidentes pasaron por ahí. Incluyendo a Rafael Leonidas Trujillo, para ir a Sánchez no había otro. Y hasta un padre de la Patria pasó por ahí: Ramón Matías Mella fue exhumado en Santiago y lo encontraron envuelto en la Bandera Nacional.

No había carretera. Llevado a La Vega le rindieron honores militares en la Culta y Olímpica, y de allí, en el tren de Lilís, hacia Sánchez, llegó a Pimentel, abastecieron de agua el ferrocarril y entonces cruzó el puente sobre el río Cuaba para seguir a Sánchez, donde embarcó en el vapor presidente y después de una terrible travesía llegó a la capital el día 25 de febrero, natalicio de Ramón Matías Mella, y se juntó la triada patricia que fue llevada a la Catedral hasta que luego pasara a la Puerta del Conde y finalmente al Mausoleo, pero pasó por el puente de Cuaba.

Llovió torrencialmente durante 15 días, y la gota del río Cuaba se llevó el puente. Imagínense lo que fue interrumpir ese camino de progreso del ferrocarril.

En tres meses trabajando de día y de noche con piras de fuego levantaron el puente nuevamente. Esta vez lo construyeron sobre pilotillos de acero remachado y relleno con cemento Portland, traído de Inglaterra, y el puente volvió a ser la vía de progreso y de prosperidad de todos los pueblos que se unían a través del hilo de acero del ferrocarril.

Transcurrido el tiempo vinieron las inundaciones de San Severo. Llovió durante 15 días sin interrupción. Cuaba llegó hasta el pueblo, y una mañana se llevó el puente otra vez.

Y ahí está tirado. Ese puente, que una vez dijera un profesor que llegó allá de visita: “Quiero caminar como lo hacen los pimentelenses, agarrado de la mano sobre los dos rieles. Y entonces, siendo él vegano, de donde venía el ferrocarril, salió en compañía de muchos ciudadanos de Pimentel y le dijo a un joven locutor: “Caminemos sobre rieles, que todos los candidatos que se postularon alguna vez para presidente que pasaron ese puente resultaron electos, y yo voy a ser presidente de este país, por eso quiero pasar ese puente”.

Y le dijo el joven locutor: “Yo estaré con usted ese día”; y el candidato le dijo: “Tomémonos de la mano”.

Y cruzaron el puente. Juan Bosch llegó a presidente y lo primero que hizo fue nombrar a ese locutor asesor del presidente de la República en asuntos de radio y televisión, no lo olvidó ni el locutor tampoco.

En Pimentel un pueblo de artistas, de compositores de escritores, de periodistas, de poetas... Allí donde le han cantado al amor Luis Kalaff y Bienvenido Brens, donde han hecho literatura poetas laureados. Manuel Mora Serrano, Isis Duarte, el doctor Amarante, Nolasco Cordero, Nidia Castro de Díaz (Niña), por citar algunos.

Allí existió un filósofo llamado Cacho López, el autor de “Las Cachadas”. Un día viendo el puente roto dijo una “Cachada”: “Qué bueno fuera si fuera, porque si fuera levantaran el puente e hicieran cuatro kilómetros de la calle Tonino Achécar (héroe nacional nacido ahí) y Pimentel tendría comunicación con la carretera que le conectaría con toda la costa atlántica. Eso fuera si fuera. Como en estos días, y “Las Cachadas” no se equivocan, hay un maestro que está resucitando puentes. Qué bueno fuera si fuera a Pimentel y le dijera al puente: Levántate y camina y lo volviera a hacer. El Puente sobre el río Cuaba”.

Entonces sería un milagro en el pueblo donde el padre Emiliano Tardif dijo y escribió en un libro traducido ya en 18 idiomas que Jesús está vivo.

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