La contienda electoral en Estados Unidos

A pocos días para la elección presidencial del 5 de noviembre, la contienda electoral en Estados Unidos es muy reñida. Al momento de escribir esta columna, la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump están prácticamente empatados en las encuestas nacionales. 

Según un estudio de The New York Times, en cinco estados donde la votación es esencial para que un candidato gane la presidencia –Pensilvania, Michigan, Nevada, Wisconsin y Carolina del Norte– ninguno de los dos aspirantes tiene una ventaja superior al uno por ciento. Este empate revela la profunda polarización política del electorado.

El empate virtual en estos estados es el reflejo de una nación dividida, donde los dos principales partidos, el Demócrata y el Republicano, libran una intensa batalla por ganar votos.

El ex presidente Trump ha sabido movilizar a votantes de áreas rurales y de la clase trabajadora con un mensaje de recuperación económica, nacionalismo y oposición feroz a la inmigración (a la inmigración que entra por la frontera con México), temas que tienen eco en los estados industriales del cinturón del óxido, como Michigan y Wisconsin.

Entretanto, la base electoral de la vicepresidenta Harris se concentra principalmente en las áreas urbanas y suburbanas, donde las preocupaciones sobre el cambio climático, la justicia social y los derechos reproductivos resuenan con fuerza. Sin embargo, Harris ha perdido puntos entre los más progresistas de su partido y numerosos jóvenes –un sector esencial para el triunfo demócrata– debido al apoyo “blindado” que el gobierno de Joe Biden ha dado al gobierno de Israel en su devastadora campaña militar en Gaza y ahora en el Líbano.

Los cinco estados que el estudio de The New York Times señala como decisivos para el triunfo electoral pueden ser un reflejo de la incertidumbre nacional. En Pensilvania, un estado históricamente volátil en lo que a elecciones presidenciales se refiere, Harris debe mantener la coalición que ayudó a Biden a alzarse con el triunfo en 2020. Pero no le será fácil lograr un equilibrio entre los empleos locales, muchos de los cuales dependen de la industria del gas natural, con las preocupaciones por el cambio climático. Mientras tanto, Trump repite su discurso sobre la protección de los empleos tradicionales y la independencia energética, mensajes atractivos para muchos votantes de la clase trabajadora.

En Nevada, el electorado es impredecible. Harris ha conseguido mantener el respaldo de las comunidades latinas y afroamericanas, pero Trump ha ganado terreno entre los votantes preocupados por la seguridad de la frontera y la economía, que muchos consideran en declive bajo la administración de Biden. 

Wisconsin y Michigan votaron en 2016 por Trump, pero en 2020 dieron un giro radical a favor de Biden. Aquí también la batalla será reñida. Trump aprovecha el resentimiento de los votantes de zonas rurales con las políticas de Washington, que no ha logrado apuntalar al sector manufacturero. Harris busca el voto progresista, pero en Michigan enfrenta el malestar de la numerosa comunidad musulmana, opuesta al apoyo de Washington a Israel en su campaña en Gaza y el Líbano.

En Carolina del Norte, el electorado también está históricamente dividido entre sus áreas urbanas en crecimiento y sus zonas rurales conservadoras. En estas últimas Trump cuenta con un gran apoyo. Harris debe consolidar el respaldo en las ciudades.

Las diferencias ideológicas entre ambos partidos parecen, una vez más, irreconciliables. Las encuestas indican que el país está dividido en partes iguales entre dos visiones distintas del futuro. La elección de este año acentuará esas diferencias.

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