Desde mi pluma
Préstamos verdes
Hace unos días la Cámara de Diputados aprobó tres contratos de préstamo por 625 millones de dólares para programas de acción climática y de combate a los apagones en el país. Efectivamente, otro préstamo. La gente se pregunta en esta ocasión por qué invertir tanto en el cambio climático y he ahí una de las razones principales por las que es necesario priorizar el asunto. Solemos minimizar los problemas cuando desconocemos su impacto.
Quizá pensaríamos lo contrario si entendiéramos que es ese cambio climático lo que provoca que los veranos sean cada vez más largos y calurosos, o que se precipiten lluvias en periodos atípicos del año.
La temporada de huracanes se vuelve cada vez más peligrosa mientras que las altas temperaturas también alteran la agricultura, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria del país. Esto no solo eleva los precios de los alimentos, sino que también pone en riesgo el empleo en zonas rurales.
Para enfrentar este problema, nuestro gobierno pidió dinero prestado para invertir en proyectos que nos ayuden a adaptarnos al cambio climático y a reducir sus efectos. Aunque pedir prestado no es bueno, en este caso es necesario para proteger nuestro país y nuestro futuro, porque el cambio climático afecta todo: desde la comida que comemos hasta los trabajos que tenemos. Si no hacemos nada, las cosas se pondrán mucho peor.
Es fundamental comprender la gravedad del cambio climático y actuar en consecuencia. Invertir en medidas para mitigar y adaptarse a estos efectos no es solo una opción, sino una necesidad para proteger el futuro del país.
El papel de la ciudadanía es clave, pues en última instancia beneficia a toda la nación. Por tanto, estos préstamos para programas climáticos, aunque generan deuda, son inversiones necesarias.