VIVENCIAS
Cretinismo insidioso
En el Demonio de la perversidad Edgar Allan Poe sostiene que por los impulsos actuamos sin objeto comprensible y por la razón de que no deberíamos.
Por estos impulsos o alucinaciones de personas deseosos de escalar posiciones en los círculos sociales manteniéndose a cualquier precio, conlleva a lo que Marx califica de “cretinismo parlamentario”, enfermedad que aprisiona como por encantamiento a los contagiados en un mundo imaginario, privándoles de todo sentido, de toda memoria, de toda comprensión del mundo exterior.
Cretinismo que adquiere otro matiz cuando un sujeto se presta a ser un llevaitrae o lameculos de alguien, persistiendo en buscar la oportunidad de inocular el germen de la inquina que lo haga sentirse imprescindible en el puesto o cargo que ocupa.
A todo esto, contribuyen, las raras habilidades que son empleadas con astucia por los picaros o descarados que se aprovechan de los vicios que atormentan a los cretinos en medio de sus sinvergonzonerías.
Ortega y Gasset en la Rebelión de las masas (Madrid: Espasa Calpa, 2005, p.187), refiere algo que puede explicarlo, el “encanallamiento no es otra cosa que la aceptación como estado habitual y constituido de una irregularidad, de algo que mientras se acepta sigue pareciendo indebido”.
Es más agudo Chamfort en sus Máximas y pensamientos (Barcelona: Ediciones Península, 1991, I, 60) al decir, que de someterse el mérito de un cretino a escrutinio se diría que la dignidad sin merito se hace acreedora a cumplidos sin estimación.
Cuando se ve de cerca a gente con un “cretinismo enfermizo” como el descrito, se piensa, que quien “socorre a un malvado, lo lamenta cuando ya no es tiempo”.